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Para qué sirven los museos

Los centros, a no ser que posean una obra de renombre, son poco visitados por los ciudadanos

Para qué sirven los museos pilar cortés

Solo su presencia puede generar la llegada de un turismo cultural que repercuta en los negocios y la economía de la ciudad, pero hasta qué punto son rentables. Hay estudios que demuestran que por cada euro invertido en el Reina Sofía se genera un beneficio de cinco para la ciudad de Madrid. Pero y el MACA o el Mubag, ¿qué beneficios generan a la ciudad de Alicante? ¿Hay algún análisis que nos revele cuáles han sido los objetivos de sus proyectos de gestión cultural y cuáles los resultados obtenidos? En la publicación de las bases para concursar a la dirección de los museos en Europa, este aspecto está muy bien definido. Se concreta el presupuesto y los objetivos principales que se le demanda a la dirección de un museo o centro cultural. Así todos los aspirantes deben presentar sus proyectos en función a estas bases, asumiendo el compromiso de su cumplimiento, y la posibilidad de rendir cuentas desde el principio con la publicación del proyecto, en el caso de ser seleccionado. A toda inversión se le exige unos resultados claros que beneficien a la sociedad en su conjunto, principal proveedora de sus recursos, y principal destinataria.

En estos momentos en nuestro país se está pidiendo transparencia. Pues qué mejor manera que esta. Si un proyecto, o en su defecto un director/a de museo, no cumple con las expectativas mínimas en un plazo determinado, se pueden analizar las causas de su fracaso, teniendo toda la información a disposición del público: con qué presupuesto se contaba, cuáles eran los medios a su disposición. Nadie puede excusarse en que no había dinero, o que no le dejaron realizar su trabajo, por falta de autonomía en la gestión. Tampoco se le demandará más de a lo que se comprometió. Pero si no hay un proyecto previo, todo es mucho más complicado, cómo valorar su no cumplimiento. Si con ese mismo presupuesto se presentan varios proyectos, se podrían contrastar las diferentes opciones y su efectividad a la hora de desarrollar y gestionar, y sobre todo las ideas que promueven el conocimiento del arte.

En Alicante, ante las críticas de la poca efectividad de nuestros museos, sus responsables se escudan en la escasez del presupuesto adjudicado.

Pues la solución está clara: exponer al público las condiciones económicas y de trabajo, abrir un concurso, para que todo el mundo pueda optar a mejorar con ideas nuevas esa oferta, con los medios disponibles. Así podremos valorar si se puede hacer mejor o no. Si el dinero es insuficiente, tan insuficiente que es imposible generar nada, pues también se verá. Si los museos los pagamos entre todos, es más, si la cultura es cosa de todos, por qué su gestión es tan opaca.

Los museos se conciben como los motores de la cultura: son los que han recogido a lo largo de la historia los nombres y las obras fundamentales, pero también los que son capaces de transmitir las ideas de su tiempo, en esa mirada hacia el futuro, desde el presente o el pasado. Por lo que la crítica y el debate sobre su gestión son tan necesarios como la transparencia y la publicación de sus objetivos, los medios para lograrlos y lo realmente conseguido.

Otra cuestión es si realmente los museos contienen a los autores relevantes. Porque si este reconocimiento es evidente en los grandes museos nacionales, en las pequeñas ciudades, la labor de identificar a los autores y las propuestas que pueden generar una verdadera dinámica cultural es más complicada y lo normal es que se minusvalore el entorno con el más absoluto silencio.

El arte plástico es una cuestión de conocimiento y, por lo tanto, llegar a entenderlo, incluso el arte más tradicional, al margen de lo sensible, requiere de un esfuerzo, sobre todo, en las manifestaciones contemporáneas, en las que la experimentación ha puesto en evidencia un cierto divorcio con el público.

La gestión artística debe crear una expectativa de futuro, de participación activa, tanto en el creador como en la sociedad de la que forma parte. La colaboración con el artista genera el estímulo para que cualquier acción, bien desarrollada en las condiciones óptimas, produzca una obra de mayor interés que sin este apoyo, con lo cual se genera el interés social, porque esa obra trasciende del ámbito individual a la sociedad, se convierte en un producto social. Y si esos autores salen del ámbito provincial al internacional, esa proyección es de toda la sociedad. Se genera sin duda un interés por esa sociedad, un interés cultural que promueve la inversión, el trabajo, el que alrededor de los centros de arte se acumulen los negocios relacionados con el mundo del arte, el diseño, la ingeniería, además de la hostelería, el tiendeo, pero sobre todo, ganas de invertir en nuevas iniciativas para la sociedad.

Un museo que no se mueve, que no realiza acciones de gestión inteligentes que conecten con la sociedad, es un museo muerto, pero sobre todo, un agujero de pérdidas. A los ciudadanos económicamente nos cuesta lo mismo, si se hace una buena o una mala gestión. Pero los resultados de una buena gestión son más beneficiosos. Y estos son datos objetivos que podemos contrastar. Pues qué pasa con Málaga. La gestión eficiente de sus museos ha hecho que su sociedad tome conciencia de su importancia. Málaga ya cuenta con el CAC, Centro de Arte Contemporáneo de referencia internacional, con el Museo Picasso, lo que ha atraído al Thyssen, al Pompidou, a la gran colección del Museo Ruso. La afluencia a un museo con obras de Picasso o con colecciones tan prestigiosas como las del Thyssen o las del Ruso, está asegurada. Pero y el CAC, cómo ha cumplido sus objetivos. En él hemos podido ver a los nombres cumbres de la contemporaneidad, a los más transgresores, junto con exposiciones de artistas locales, andaluces, españoles. Una búsqueda de esa creación de sinergias arriesgada, pero que le ha dado el marchamo para competir como los grandes museos.

Además de playa, de sol, Málaga se ofrece como una de las principales capitales de la cultura, del mundo. La ciudad es más rica, pero también más inteligente para abordar las crisis. Málaga le ha ganado la batalla a Sevilla, a Granada, a Córdoba sin monumentos históricos importantes. Los artistas locales, los ciudadanos, la prensa, todos participan de esa realidad. Por lo tanto se hace rentable, la gestión cultural, es objetivamente rentable. Si no fuera así, cómo una capital de provincias podría permitirse todo esto.

¿Monocultivo o diversidad? Si todo lo invertimos en sol, playa, fiestas tradicionales, cuando algo falla, como falló el ladrillo, pues todo se derrumba. Hay que generar diferentes alternativas, quizá con los mismos medios, pero gestionándolos con mayor transparencia para que podamos analizar con objetividad los logros y resultados de los proyectos, o abrir la posibilidad de mejorar con proyectos diferentes.

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