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Perceval Graells

«Hay que ver mucha pintura para poder abstraer la mirada»

«Siempre que se puede, me ha gustado romper las reglas», revela la ilicitana

«Hay que ver mucha pintura para poder abstraer la mirada»

¿Se defiende el gesto actualmente a sí mismo?

Cualquier forma de pintar se puede defender a sí misma, siempre y cuando sea buena. Para que sea buena, se tiene que poner la cabeza y el alma. Si una de las dos cosas falla, se nota. Así que la pintura gestual, o cualquier otro tipo de pintura, se defenderán a sí mismas si son buenas.

¿No puede parecer, a ojos del público desconocedor, un déjà-vu, algo ya visto?

El gesto no se ha inventado ahora, pero a lo largo de la historia, cada artista lo ha ejecutado de diferente manera. Al igual que cada persona tiene una caligrafía diferente, cada artista tiene un gesto diferente.

La moda, la decoración, la arquitectura? trasladan a nuestros días cosas pasadas reinventándolas y conservando aquello que merece la pena. Existen muchas cosas que nos rodean que se han ido mejorando o adaptando al medio pero que ya aparecieron en la época romana. A la pintura le pasa lo mismo, y aunque pueda parecer un déjà-vu se siguen aportando nuevas ideas o diferentes maneras de crear el gesto. Por eso, creo importante mirar al pasado y no deshacernos de él.

Pintas como necesidad, para vaciar un sentimiento interior. ¿Es difícil llegar al público con algo tan íntimo y personal?

En una exposición en Berlín, me emocionó ver que una mujer y su hija se sentaron en el suelo, frente a una de mis obras, y la observaron en silencio durante, al menos, media hora. Aunque sea personal lo que expreso, el público puede verse reflejado en alguna de mis obras, aunque ese sentimiento sea totalmente diferente a aquel que yo estaba expresando.

Si escucho a Tchaikovsky estoy segura que me transmite cosas muy diferentes de lo que él estaba sintiendo en su creación. Incluso una misma melodía no me hará sentir lo mismo siempre que la escuche. Dependiendo del momento, del lugar, la compañía me hará sentir una cosa u otra. Eso es lo mágico del arte, que nos hace sentir a cada uno de una manera diferente. Cada obra tiene un diálogo diferente con cada persona. Si a todos nos gustase lo mismo o cada obra nos transmitiese lo mismo, sería un aburrimiento, además de que veo imposible que eso pueda suceder.

¿Te sientes más cómoda expresándote a través de la pintura?

Desde pequeña me atraían todas las artes, pero la pintura me transportaba a otro mundo y me hacía olvidarme de la realidad. Es el momento en que estoy sola con mis pensamientos, mis vivencias y, a través de los colores y las formas, creo algo que sale de lo más profundo. Soy yo misma y me dejo llevar. No tengo a nadie a mi lado que me pueda decir: no hagas esto, lo otro? tomo mis propias decisiones. Acierto y me equivoco.

Si la figuración para ti es técnica, ¿qué es la abstracción?

Para mí, la abstracción, lo que yo entiendo por abstracción, es expresión. Un pintor figurativo capaz de unir la figuración con la expresión es impresionante. Lo mismo pasa con un artista abstracto. Si controla la técnica entonces emociona. La figuración deja menos espacio al accidente, sobre todo aquellos que hacen hiperrealismo.

¿Precisabas romper las reglas?

Siempre que se puede, me ha gustado romper las reglas, en cualquier aspecto de mi vida. He sido y soy inconformista y me ha gustado ir un poco a «contra corriente». Tal vez, simplemente, por llevar la contraria. Crecí admirando a Pipi Langstrum y cuando leí la obra de Salinger, me vi bastante reflejada en el personaje de Holden. Así que no tardaría demasiado en empezar también a pintar lo que me saliera de dentro.

Todos los que hemos estudiado Bellas Artes, hemos pasado muchas horas estudiando la figura humana y la naturaleza y todo ello tiene su parte entretenida. Pero en las clases ya nos decían qué proporción tenía que tener una mano, la nariz?y luego iba a los museos y veía obras de Picasso donde pintaba la nariz donde quería y me parecía fascinante. Más tarde llegaron las obras de Franz Kline, Rothko o Antoni Tàpies y ya no quería pintar lo que veía a mi alrededor. Quería pintar lo que sentía dentro a través del color y la espontaneidad.

Empecé a ver en la imperfección la perfección y llegar a ello me parecía muy interesante. Fue muy difícil romper con todo lo que durante tantos años me habían enseñado, pero me ayudó mucho saber hacia donde quería ir, porque de esa manera me pude despojar de muchas cosas que había ido acumulando durante tanto tiempo. Es un camino que está lleno de sorpresas. Cuando me apetece investigar o probar algo lo hago.

Pulsión, mancha, color, emoción, fuerza, movimiento, gestualidad, accidente, espontaneidad, momento. Con algo tan subjetivo ¿es fácil llegar al intelecto, a la emoción, a la percepción?

Las personas tienden a ver formas conocidas de su vida cotidiana en las machas abstractas, que están muy lejos de querer mostrar una figura. Hay que ver mucha pintura para poder llegar a abstraer la mirada. Como todo, el arte de mirar también tiene que ser educado.

Precisamente porque que es algo tan subjetivo se puede llegar al intelecto, a la emoción a la percepción. Fácil o difícil, eso ya no lo sé. Siempre encuentras personas que te dicen que tu pintura les emociona, otras no la entienden, pero el arte abstracto o te llega o no te llega.

¿Qué encuentras fuera de España, donde sueles pasar períodos, que no hallas aquí?

Más que el lugar, son las experiencias que en él podemos llegar a vivir. En algunos lugares he acabado yendo de casualidad y he vivido experiencias inolvidables. No creo que repitiera algunas de ellas, pero han hecho la persona que soy hoy. Y todo ello lo he plasmado a mi manera en mis obras. Mis vivencias de un viaje que hice en furgoneta durante seis meses las plasmé en Kilómetros de color. El año y medio que viví en París quedó reflejado en Lutetia, serie de obras que acaban de estar expuestas en la Casa Municipal de Cultura de Crevillente. O mi estancia en Berlín en «Huellas en el tiempo». Cualquier cosa sirve de inspiración, pero los viajes, el dolor o la alegría son grandes fuentes de inspiración. Siempre he necesitado la adrenalina de lo desconocido. Estar en un país diferente, con una lengua que no hablaba y totalmente sola e ir conociendo su cultura, su lengua y sus rincones poco a poco. Saber hasta donde puedo ser capaz de llegar. Es verdad que, al salir, una se da cuenta de todas las carencias que hay, en Alicante o en el Estado Español, en cuanto al arte y muchas cosas más. En Francia, los artistas tienen mucho mejor el tema de autónomos. Además, parece que hay que triunfar fuera para que aquí te tomen en serio.

José Luis Martínez Meseguer es curador y crítico independiente de arte actual

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