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Una amistad ilustrada

"Hombres buenos" es la suma de cinco novelas que se podrían leer de modo independiente, y no le faltan chicha ni trabajo a esta historia optimista y romántica acerca de dos contrabandistas de la Encyclopédie de 1751

Una amistad ilustrada

Dice Arturo Pérez-Reverte en las entrevistas promocionales que su última novela es «optimista y romántica», y dice verdad. Lo que no le he oído manifestar es que Hombres buenos es, en realidad, la suma de cinco novelas que se podrían leer de modo independiente, como si fuesen cinco novelas cortas. Hasta el punto de que un filólogo cuidadoso podría trocear en cinco partes las casi 600 páginas de que consta y sacar así al mercado cinco nuevos libros de Reverte. A ver si me explico.

El autor se va al siglo XVIII para interpretar la estrechez de miras y el atraso español de hoy, y lo hace con un argumento mínimo, que se podría resumir en pocas palabras. La Real Academia Española comisiona a dos de sus miembros para viajar a Francia a comprar los 28 tomos de la prohibidísima Encyclopédie de 1751, compendio de todo el saber de la época a la luz de la razón o La Razón, como se quiera. Hasta finalizar su encargo, sufren diversos incidentes. Fin de la trama. Pero ese conjunto aúna las ya dichas cinco historias. A saber:

1ª.- La historia del almirante Pedro Zárate y el bibliotecario Hermógenes Molina, los académicos. Hombre sereno y valiente el primero, escéptico y razonable, galante, caballero de honor (pleonasmo). Bonachón y creyente el segundo, apocado en los lances pero firme en sus ideas. Se les unirá en París el Abate Bringas (trasunto del Abate Marchena y homenaje a Galdós), al que cuadra muy bien una de las acepciones de «abate»: «Clérigo dieciochesco frívolo y cortesano», un tipo atrabiliario que proporciona momentos de humor por su desmesura y su cabeza de chorlito.

2º.- La historia (casi mejor: las historias) de los académicos de la Lengua dieciochescos y de los actuales, desde el director de entonces (llamado por Reverte «Francisco de Paula Vega de Sella»: recordemos que desde 1776 hasta 1802, por la época en que se desarrolla el libro, el director de la Docta Casa fue José Bazán de Silva y Sarmiento) hasta el ya parece que inevitable Francisco Rico, con sus adornos impostados de dandismo y pedantería.

3ª.- La historia del propio Reverte en busca de la documentación histórica y geográfica y costumbrista para escribir la novela.

4ª.- La historia de los «malos»: el criminal Raposo, su cómplice Milot más los dos académicos que les pagan por impedir que la Enciclopedia llegue a España: Justo Sánchez Terrón («asturiano de origen modesto», ilustrado ensoberbecido, apodado el «Catón de Oviedo», presunto progresista), e Higueruela (ultramontano y conspirador miserable) que establecen un pacto de canallas, aliándose desde sus supuestos extremos ideológicos por razones de altanería academicista (Terrón) o reacción pura (su cómplice). Un par de tipos que (página 279) «como organismos parásitos, vivimos uno del otro. Justificamos nuestro papel a uno y otro lado de un pueblo torpe y brutal, de instintos bajos, cuya posibilidad de redención siempre será escasa... Incluso aunque nos matáramos a garrotazos surgiría siempre, al fin, la necesidad de resucitarnos mutuamente. Los pueblos, sobre todo el español, viven del sueño, del apetito, del odio y del miedo; y eso la gente como usted y yo, cada cual a su manera, lo administra como nadie. ¿No cree?... Y a fin de cuentas, recuerde el viejo dicho. Tarde o temprano, los extremos se tocan».

y 5ª.- La transcripción de los larguísimos coloquios que mantienen el almirante y el bibliotecario y que no son otra cosa que las voces de los pensadores del XVIII: Diderot, Rousseau, Moratín, Voltaire, Cadalso, Jovellanos?

Por lo tanto, malo será que no haya lector que no se interese por alguna de estas cinco divisiones. Por lo tanto, la novela triunfará (ya lo está haciendo) y se venderá como rosquillas calientes, lo cual me parece muy requetebién, pues no le faltan chicha ni trabajo. Porque, además y como no podía ser de otra forma, hay historias de amistad (Reverte insiste en que se trata de una novela sobre la amistad) a través de la cultura (he aquí el tema de la obra: razonemos, hablemos, dialoguemos para ventilar el ambiente y encender la luz), de esgrima y duelos, de emboscadas y puterío; hay enseñanzas curiosas o pintorescas (el funcionamiento de un mechero, pág. 352); aparece un médico espantoso, que es Marat; hay amor galante (la señora Dancenis); más Asturias: Feijoo (pág. 317); vemos París, asistimos al viaje como aventura, conocemos los bajos fondos y la nobleza, los libros porno disfrazados de obras filosóficas, participamos del diálogo entre fe y razón? y de una reflexión sobre las dos Españas, ejemplificadas en las dudas de los «afrancesados», quienes sabían que las ideas de Francia eran las buenas, pero debían luchar contra el invasor, junto a las manolas y chulos asilvestrados. La novela en que más a gusto noté a Pérez-Reverte.

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