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Las tres heridas

La escritora alicantina Carmen Juan es la mente detrás de Amar la herida

Las tres heridas

Amar la herida es el primer libro de poemas que ha publicado Carmen Juan (Alicante, 1990) en solitario. Anteriormente, en diciembre de 2013, ya había dado a las prensas un exquisito libro de artista que había confeccionado con Anna Roig, [po-co], donde las autoras reunían poemas y collages. No me resisto a presentar a Carmen a través de las palabras que ella misma reproducía al comienzo de [po-co]: «Escribidora de cuentos y poemas y flautista desde poco después de 1990. Cofundadora y directora de Salitre Revista Cultural. / Devoradora de libros y amante del cine -en particular europeo e iberoamericano-, la buena música y el arte en general. Madre de mil pájaros que descansan sobre la cuerda floja. // Tinta de le mot le plus doux».

Carmen Juan ha conseguido con Amar la herida algo que cada vez se ve menos en poesía: en apenas un par de meses ha agotado la primera edición y el poemario ya va por la segunda. Sin duda, al éxito del libro ha contribuido en buena medida la obtención del VII Premio de Poesía Joven Pablo García Baena que organiza La Bella Varsovia en Córdoba. Tener como editora a Elena Medel ha sido todo un lujo para este poemario, que encierra algunas sorpresas y, sobre todo, una atrevida y nada complaciente voz poética.

Una de las características que más han subrayado los críticos a la hora de hablar de Amar la herida es precisamente la juventud de la autora, pero lo cierto es que Carmen Juan escribe poesía desde hace bastantes años y los versos de este libro han sufrido un largo y cuidado proceso de creación. Empecemos por el título. Desde el primer momento, parece remitir a un conocido poema de Miguel Hernández: «Llegó con tres heridas: / la del amor, / la de la muerte, / la de la vida. // Con tres heridas viene: / la de la vida, / la del amor, / la de la muerte. // Con tres heridas yo: la de la vida, / la de la muerte, / la del amor». Esas tres heridas de la existencia encajan bien con el contenido del libro, que supone un canto a la identidad, pero también a la diferencia.

Amar la herida, que se estructura en tres series de poemas, lo inaugura un poema exento, Ya lo advertiste, que puede leerse como una auténtica declaración de intenciones: «soy / demasiado joven / para no dar de comer a la bestia / para no alimentar desde estas manos blancas la psicopatía // Vendrán la enfermedad y el castigo. / Ella (yo) estará esperando». Según ha explicado la autora, el auténtico germen del libro fue una cita de María Rosal, «todos tenemos nuestra bestia», y Amar la herida habla de esa bestia.

Tras esa composición inicial, el poemario presenta tres series de cuatro poemas cada una, La batalla, La herida y La muerte. La primera se inicia con una pieza en varios tiempos, Ser el bicho, que es una de las mejores de todo el libro, en la que Carmen pone en cuestión la educación tradicional que han recibido las niñas y ofrece una interesante relectura de su propia infancia, con algunas referencias a Alicia en el País de las Maravillas: «Nosotras nos mordíamos la boca para provocar la llaga, / nos abríamos las rodillas y después / arrancábamos la costra, mostrábamos / el hueso a las niñas. // Las obligábamos a mirar. // Nunca quisimos la cura».

Las cuatro composiciones de La herida, en cambio, trazan un pequeño cancionero amoroso presidido por la idea de desengaño, pero también por la propia condición de mujer, y, en concreto, de mujer poeta. En la última parte, La muerte, Carmen recupera alguno de los motivos dispersos por el libro, se centra de nuevo en la imagen del cuerpo y va preparando el magnífico remate del libro, el poema en prosa La rendición, en el que el yo que es ahora Carmen Juan se reencuentra con los restos de sí misma, de su pasado, de su infancia: «Yo te maté y te guardé los dedos debajo de la tierra infinita. Yo te maté y escarbo entre las piedras antiguas, las confundo con tus falanges lunares». Al cabo, aquí, en estos versos, está Carmen y están sus sueños, está su vida y está su pasado, está su esencia y están sus recuerdos, está la vida y están las heridas que nos hacemos por el camino.

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