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Sin moverse de casa

Enigma

La próxima semana llega The imitation game, rebautizada como Descifrando Enigma

Enigma

El título español de la película alude al trabajo de Turing durante la II Guerra Mundial, cuando logró descifrar el funcionamiento de la máquina Enigma, utilizada por el ejército alemán para encriptar sus comunicaciones.

Protagonizan Descifrando Enigma los británicos Benedict Cumberbatch, como Alan Turing, y Keyra Knightley en el papel de la matemática y criptoanalista Joan Clarke (1917-1996).

Pese a que era homosexual, en la primavera de 1941 Turing le propuso a Clarke matrimonio y la presentó a su familia: pero al cabo de pocos meses cambió de idea y puso fin al compromiso.

El matemático Andrew Hodges, autor de Alan Turing: The Enigma (Princeton University Press, 768 p.) se ha mostrado en desacuerdo con el tratamiento que otorga el guión de Graham Moore a la relación entre Turing y Clarke, que según él tuvo por encima de todo un carácter de afinidad intelectual. Tampoco le pareció adecuada la elección de la actriz Kyra Knightley para el papel: «No quisiera mostrarme descortés con Joan, pero no era una gran belleza», observó.

En la película, Turing selecciona a sus colaboradores invitándoles a resolver un crucigrama de especial dificultad. Joan / Knightley acude a la prueba y la confunden con una secretaria. «Soy una mujer que hace el trabajo de un hombre», dirá ella misma más adelante.

Resulta paradójico que, como miembro de un equipo que, bajo la dirección de Alan Turing, sentó las bases de la informática, Joan Clarke considerase que el suyo era un trabajo propio de hombres: como recuerda Walter Isaacson en su libro Innovadores: los genios que inventaron el futuro (Debate, 680 p.) fue la inglesa Ada King, condesa de Lovelace e hija del poeta romántico Byron, quien en 1843 escribió el primer programa informático, destinado a una máquina que tardaría un siglo en hacerse realidad.

En febrero de 1946, el ejército americano realizó la primera demostración pública de su ordenador ENIAC, en cuya construcción se habían invertido tres años. El formidable ingenio, que pesaba 27 toneladas y ocupaba una superficie de 167 metros cuadrados, no habría pasado de ser una carísima chatarra sin el trabajo de las seis mujeres (Frances Snyder, Kay McNulty, Marlyn Wescoff, Ruth Lichterman, Jean Bartik y Frances Bilas) que lo programaron.

«Cuando acabó la demostración, todo el mundo se fue a comer para celebrarlo», según Frances Bilas. «A nosotras, ni nos invitaron». Frances y sus compañeras aparecen en fotografías de prensa de la época junto a sus colegas masculinos. Sólo los nombres de ellos figuran en los pies de foto.

Parte del equipo femenino del ENIAC se reagrupó bajo la dirección de Grace Hopper. Profesora de Matemáticas, Hopper se alistó en la Marina durante la guerra y permaneció en activo hasta 1986, cuando se retiró con el grado de contraalmirante y 40 doctorados honoris causa. Incapaz de aceptar un «Pues esto siempre lo hemos hecho así» a modo de respuesta, sentó las bases del lenguaje COBOL, que permitió programar los ordenadores por vez primera mediante expresiones en inglés en lugar de recurrir a series de cifras, como se había trabajado hasta entonces.

Con todo, el número de mujeres matriculadas en carreras relacionadas con la informática comenzó a descender hacia mediados de los años ochenta y, salvo en algunos países del Este de Europa, ha seguido cayendo hasta hoy mismo, sin que se haya dado con una causa concreta que explique este descenso: el mayor porcentaje de mujeres empleadas en puestos técnicos lo ostenta hoy el buscador Google, con un 17 por ciento.

Se ha apuntado como explicación el escaso reconocimiento profesional que ilustran casos como el del equipo del ENIAC; el desconocimiento de los posibles modelos femeninos; la influencia de películas populares como Juegos de guerra (1983), La revancha de los novatos (1984) o La mujer explosiva (1985), donde los personajes femeninos aparecen como trofeos o simples espectadoras de la pericia técnica de sus oponentes masculinos; la propaganda que presentó los primeros ordenadores domésticos como «juguetes» (en realidad eran poco más) masculinos?

Todavía el mes pasado, The Guardian se hacía eco de la polémica suscitada por la escritora y guionista Pamela Ribbon en su blog a propósito de cierta publicación para niñas de 2010 y protagonizada por una célebre muñeca que aspira a ser ingeniera informática? Pero lo que las lectoras encuentran es que su querida muñeca se limita a preparar el diseño de los proyectos, puesto que no es capaz de teclear una sola línea de código, y cuando tiene problemas con su portátil ha de recurrir a sus compañeros masculinos para que la saquen del apuro.

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