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Después del Seagran

La pregunta es cómo se contemplarán distintos edificios recientes tras sesenta años

Hace algunas semanas atrás una arquitecta al preparar su viaje a Sicilia me consultó qué arquitectura moderna podía visitar en la isla, pues no encontraba referencias. Sin dudar le sugerí la visita a los templos dóricos construidos por los griegos de la antigüedad. Por supuesto, además de ello, también le recomendé distintas realizaciones de las últimas décadas.

Al hilo de ello, hay que reseñar la obra de Paolo Portoghesi, autor del libro Después de la arquitectura moderna, publicado en España el año 1981. Es uno de los varios títulos editados durante los primeros momentos de la posmodernidad, una vez agotadas las vías de la arquitectura moderna y, en particular, el estilo internacional.

Este título sugiere el del presente artículo. Qué se construyó y encontramos en Nueva York con posterioridad al Seagran, el único realizado por Mies en la ciudad. Este edificio, como los templos dóricos en Sicilia, sigue impactando en la actualidad por su belleza, su elegancia, la correcta proporción y el equilibrio. Todo esto sugiere a los sesenta años de su terminación.

Sin duda, originó numerosas replicas y la producción de edificios prismáticos, cuyas fachadas se resolvieron mediante muros cortina de vidrio montadas sobre estructuras metálicas. Muchos son también del mayor interés. Como el CBS Building que fue proyectado por Eero Saarinen, terminado el año 1965, unos diez años después del Seagran. Encontramos distintas líneas con resultados singulares. Es el Whitney Museum obra de Marcel Breuer, quién desarrolló la herencia europea al dejar visto el hormigón. Igualmente es el Museo Salomon R. Guggenheim de F. LL. Wright, con resultados espectaculares en sí mismo por la atrevida solución plástica.

Cabe preguntar cómo se contemplarán distintos edificios de reciente terminación o bien aún en construcción, trascurrido un nuevo periodo temporal de sesenta años. En concreto haré referencia a cuatro en áreas distintas de Manhattan. Tres son, como el del arquitecto alemán, las únicas de sus autores en la Gran Manzana, en consecuencia se encuentran en igualdad numérica. Como elemento común tres elevan su altura por encima de un podio.

La Torre Hearts de la firma Foster fue realizada entre los años 2000-2006. El edificio surge por encima de un podio perteneciente a un edificio anterior, similar a otros existentes en la misma calle. Para las nuevas fachadas se recurre a unos enormes rombos, solución empleada por el autor en distintas obras que, sí bien, resultaban ligeros y livianos en el Great Court del British Museum, en Nueva York le otorga una imagen pesada.

En el edificio Beekman terminado en 2011 Gehry plantea una solución que, contemplada desde el norte, ofrece las superficies curvas de la planta y las fachadas refulgentes de acero pulido ascendiendo en sensación vertiginosa y dinámica, de apariencia expresionista. Es contradictoria la fachada sur, una superficie plana enorme escalonada en su ascenso que recuerdan los rascacielos Art Deco del Rockefeller Center.

La Torre de la Libertad en la Zona Cero se debe a David Chids, director de proyectos de Skidmore, Owings &Merrill (el mítico despacho SOM prolífico en la posguerra). Desplazó el proyectado por Libeskind ganador del concurso previo. Aun sin concluir, se trata de un prisma que se torsiona en su altura, a modo de una columna, revestido de cristal mimetizado con el cielo. Destinado a oficinas, no obedece a los modelos de trabajo, dispersado con la aplicación de las nuevas tecnologías.

Hay que prestar atención a las sugerentes formas livianas para la nueva sede de The New York Times obra de Renzo Piano. Obra liviana que desarrolla en altura, su ligereza recuerda al Museo Beyeler en Basilea. Con este atractivo edificio el arquitecto, quizás el más elegante en la actualidad, rememora lo mejor de la arquitectura en Manhattan.

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