Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

En un castillo de Medellín

Rosario Tijeras fue un libro de Jorge Franco sobre una sicaria que inspiró al cine y a la televisión

Hace cosa de quince años el escritor colombiano Jorge Franco dio un auténtico pelotazo literario con una novela romántica, negra y plagada de violencia: Rosario Tijeras. La historia de una sicaria castradora que contaminaba, a través del amor, la existencia de dos jóvenes de la clase alta de Medellín, tuvo tal éxito que dio lugar a una película de idéntico título, dirigida por Emilio Maillé en 2005, y a un culebrón televisivo que fascinó al público sudamericano hasta decir «basta, que se acabe este cuento que nos pone a caldo a los colombianos». Este año de 2014, tras otras novelas meritorias (Maldito amor y Santa suerte) Jorge Franco ganó el XVII Premio Alfaguara con otro relato sobre su ciudad natal: El mundo de afuera.

En El mundo de afuera el escritor recurre a los recuerdos de su niñez y a un par de anécdotas reales que, como suele suceder, superan la más calenturienta imaginación: la existencia de un anacrónico castillo gótico en Medellín, mandado construir sobre una colina por un rico empresario, don Diego Echavarría, y el secuestro de este personaje, en agosto de 1970, por un facineroso de la ciudad llamado El Mono Trajos. Don Diego, germanófilo y amante de la música de Wagner, vivió, aislado del mundo exterior, en esa mansión junto a su esposa Dita y su hija, la pequeña Isolda que murió antes de llegar a la adolescencia y que, según se contó por aquellos tiempos, fue embalsamada y depositada junto al piano que solía tocar. Con estos mimbres, ya tocados por la leyenda, Franco se ha permitido interpretar libérrimamente los sucesos que condujeron al secuestro, no poco en torno al pasado de los Echavarría, y toda la peripecia del Mono Trajos -convertido en Mono Riscos- y su banda de descerebrados malhechores. Legitimas licencias resueltas mediante el uso de distintas voces, la técnica del flash back, estupendos diálogos, y un ritmo trepidante que proporciona alas a los ojos del lector que no sabe, exactamente, si está leyendo un thriller o un extraño relato de resonancias fabulosas que nos remite a los cuentos de hadas.

La mistificación de la historia nace, sin duda, de una poderosa voluntad de estilo para dar la vuelta a una realidad muy propia del «género negro» que hoy invade las librerías. Las convenciones policiales, delictivas, en torno al secuestro, se mezclan con los recuerdos infantiles del secuestrador y de un grupo de niños que espiaban a Isolda en su cautividad medieval, entre los muros de su torre y un bosque circundanteplagado de extrañas criaturas que enredan la historia y le proporcionan esa dimensión mágica que ensancha la interpretación de los hechos. ¿Una parábola en torno a la imposibilidad del confortable ensimismamiento de determinados grupos sociales? ¿Un cuento sobre los bárbaros que acechan los imperios, sobre la propia ciudad de Medellín, tranquila y feliz en aquellos años setenta y ahora amenazada por la violencia y el delito de los compañeros de viaje de Rosario Tijeras?

Corresponde al lector extraer sus propias conclusiones. Un final inesperado y abierto, como un abanico, contribuye a prolongar el poso de magia y misterio que campa por las páginas de la novela. El mundo de afuera no posee la fuerza dramática, la capacidad de sorpresa de Rosario Tijeras, pero tiene, en cambio, un tono poético que nos acompaña tras haber cerrado el libro. Una suerte de huella enigmática que permanece y nos hace plantearnos la veracidad de los recuerdos de una niñez vivida y soñada al mismo tiempo. El problema, irresoluble, de la memoria.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats