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Equipaje de Arena

«Showrunner»

Las series televisivas, una de las modalidades más antiguas de la pequeña pantalla, se han convertido, a lo largo de estos últimos quince años, en uno de los productos estrella del entretenimiento casero por excelencia. Incluso han asestado un golpe terrible en la mandíbula a las películas que, hasta hace muy poco, captaban los mayores índices de audiencia en muchos canales. El éxito de las series ha dado lugar, también, a un debate en torno a las excelencias de una manera u otra de afrontar el discurso narrativo a través de las imágenes. Un debate entusiasta que ha removido los cimientos de la industria cinematográfica, cuestionando sus métodos y vigencia, y, que, entre alarmas de crisis y decadencia frente al auge de los seriales, solo parece mostrar una clara evidencia: la calidad, salvo notorias excepciones, ha abandonado los grandes estudios hollywoodienses para refugiarse en los despachos atestados de guionista, directores, técnicos y productores que gestan el remozado género episódico. La polémica, estimulante, no oculta una pregunta que suele rondar por la cabeza de los espectadores más experimentados: ¿Cómo un producto familiar, antaño adocenado, blando en sus contenidos, rutinario y repleto de tópicos, ha podido convertirse en un espectáculo serio, creativo, realista, repleto de consideraciones críticas y capaz de asumir la crudeza, el erotismo y la violencia que parecían monopolio exclusivo del cine? La respuesta a esta y otras incógnitas ha tratado de revelarlas el periodista estadounidense Brett Martin en un libro de reciente aparición: Hombres fuera de serie (Ariel, 2014).

Hombres fuera de serie es un sesudo y ameno reportaje en torno a los showrunners más destacados del momento. Es decir, sobre esos personajes que, en el mundo de las series, asumen el papel polivalente de la dirección general de uno de estos productos, actuando como guionistas, productores, coordinadores de técnicos y actores, e incluso como realizadores de algunos episodios. Profesionales que acaparan la responsabilidad -y el prestigio- que en sus tiempos alcanzó el «director-estrella» -Fellini, Bergman, Altman- encaramándose al pedestal de una siempre discutida autoría en un arte de carácter tan colectivo.

David Chase, showrunner de Los Soprano, Allan Ball, artífice de A dos metros bajo tierra, David Simon, padre de The wire, David Milch (Deadwood), Shaw Ryan (The shield), Matt Weiner (Mad Men) y Vince Gilligan (Breaking bad) son los personajes elegidos por Martin a la hora de trazar sus biografías y de abordar el análisis exhaustivo de las citadas creaciones. Un trabajo que se amplía desbrozando las claves de la modalidad y el secreto de su éxito: los cambios habidos en la TV por cable seleccionando a la audiencia; la apertura mental de los anunciantes buscando públicos más específicos y no solo el amplio espectro familiar; la atención hacia las minorías étnicas; el mimo hacia los sectores liberales de voto demócrata; hacia grupos de intelectuales críticos con el sistema, etc. Cambios que acabaron repercutiendo a su vez en las tramas y argumentos a través de una serie de constantes que parecían privativas del cine: la imagen del antihéroe, la revelación del «lado oscuro» del ser humano; de la familia conflictiva, del temor a los suburbios, de la crisis del sueño americano. Un asunto, este último, que David Chase definió a la hora de hablar de la indefensión de la persona ante la brutalidad laboral que impone el sistema capitalista: «Antes un tipo entraba en una empresa y sabía que la empresa cuidaría de él para siempre. Ahora, nadie cuida de nadie». Bueno, piensa uno, Tony Soprano, si que piensa en su gente. Y no digamos Walter White.

Hombres fuera de serie ha sido considerada una obra tan potente y definitiva para el mundo de la televisión, como en su momento lo fue Moteros tranquilos, toros salvajes a la hora de desvelar el cine americano de los años 70 del que, casualmente, beben los showrunners actuales. En todo caso es un síntoma más, de la mirada que, a partir de ahora, ofrecerá la literatura para explicar las obras de los nuevos magos de la televisión. Comienza una nueva erudición.

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