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Exposiciones. El coleccionismo de arte

Exposiciones. El coleccionismo de arte héctor fuentes

Una exposición con un planteamiento novedoso, en cuanto que nos muestra las diferentes propuestas artísticas presentes en algunas colecciones alicantinas: la abstracción de El Paso, la geometría desde Sempere e Iturralde, la figuración de un Darío Villalba, lo conceptual de Jannis Kounellis a Jaume Plensa..., pero desde la aproximación que realiza el comprador anónimo, no el gran galerista, cuya nómina de autores es conocida, o la institución museística, que han creado mercado, tendencias, sino desde la selección más emocional del ciudadano que busca introducir el arte en su intimidad.

Pero en realidad cuál es el origen de todos los museos del mundo sino el resultado de este afán del ser humano de rodearse de objetos y obras de arte. El coleccionismo es una actividad que se ha practicado desde el principio de los tiempos, desde el momento en que se tuvo conciencia de que los objetos, algunos absolutamente de uso pero otros meramente estéticos o raros, en esa búsqueda de formas que tengan una relación con la imagen de la realidad y del pensamiento, motivaban la curiosidad y la conexión con otros mundos espirituales o mágicos. El rodearse de estos objetos que identifican a la cultura propia o a otras más o menos cercanas indica esa pasión del ser humano por participar y formar parte de esa cultura, de su relación con las formas del conocimiento más elevado. Muchos de los grandes museos que existen en la actualidad se iniciaron por el proyecto personal de un coleccionista, como el museo Luwdig de Colonia o el Gubelkien de Portugal, que posteriormente se han ido completando con las nuevas compras de sus directores, donaciones, etc., reflejando las diferentes épocas o tendencias.

Un museo es una colección. El Prado es la colección de un rey, pero eso ahora ya no importa, la lectura contemporánea de sus obras, su distribución, la relación entre ellas desde el pensamiento de cada época, no tiene nada que ver con su original propietario, ya corresponde a otros. Muchos palacios o iglesias, como el Vaticano, que podemos considerar auténticos museos, o conjunto de colecciones, surgieron por el afán de poder de sus señores, de imponer un orden político, pero indudablemente el conocimiento del arte, el pensamiento está inscrito en esas obras.

El coleccionismo de grandes casas y señores define desde el Renacimiento el espacio público del arte, a través de grandes encargos a los artistas. Una concepción seguida por los museos e instituciones públicos actuales, que son los únicos con potencial económico como para adquirir la obra de gran dimensión, la instalación?. Si esta exposición que se presenta en la Lonja es novedosa y al mismo tiempo muy significativa de los resortes de la cultura es porque surge de la inversión del ciudadano medio, de su economía familiar. Así recoge otros registros de la obra del artista, obras de mediano y pequeño formato, ensayos más personales, quizá al margen o paralelos a las exigencias del mercado, impuestas por la galería o simplemente por la imagen de marca del propio artista. Los fenicios fueron los primeros en comerciar con arte, junto con otras mercancías como el aceite, el vino, los minerales y las especias. Con los viajes a lugares y culturas cada vez más lejanos, las ciudades receptoras de esta información han ido embelleciéndose, tomando su estética. Con el enriquecimiento del comercio en los s. XV y XVI, surgen nuevos protagonistas que compiten por el poder, la burguesía empieza a tener dinero y medios, lo que va unido a la compra de obras de los artistas más famosos. Aumenta el número de personas que adquieren obras de arte, y con ello la diversidad de intereses en el arte. Por lo que mayor número de artistas, que viven de estos coleccionistas, pueden seguir adelante con sus proyectos, asumiendo cada vez mayor independencia del pensamiento impuesto por un orden social o religioso. El arte sigue adelante con otros valores. Al tiempo que aumenta el coleccionismo, surgen artistas que de otra manera no hubieran salido. Ese afán se traslada también a nuestros días. Las economías emergentes, sus sociedades, en cuanto tienen un mínimo de poder adquisitivo empiezan a hacerse una colección de arte contemporáneo, como lo hicieron los ricos venecianos.

El coleccionista de arte contemporáneo adquiere obras de su momento histórico que le son afectas, concretando así parte de la memoria de su época, el vivir su presente. Tiene la satisfacción de almacenarlas, crear fundaciones, pequeños o grandes museos. La Colección Arte siglo XX de Eusebio Sempere, que dio origen al Museo de Arte Contemporáneo de Alicante, MACA, no es más que el afán coleccionista de un artista, para dejar constancia de la diversidad de lenguajes que conviven en la percepción del arte contemporáneo. Eusebio es un claro ejemplo de que nunca ha habido límites precisos en la definición de los diferentes actores de la cultura: el artista como coleccionista, estudioso de arte, crítico, director de museo o comisario?.

La colección de este artista es quizá más compleja que la de un coleccionista no artista, pero se convierte a partir de entonces en modelo a seguir. El coleccionista se convierte en un estudioso del arte, de las tendencias, busca completar las diferentes líneas de actuación en unos años concretos.

La exposición de la Lonja ha traído las obras de las colecciones de Alicante, y su calidad es más que evidente. Esta labor del coleccionista que solo trasciende en la esfera familiar o más cercana de amigos, adquiere así, en esta ocasión única, su verdadera dimensión, en esa proyección hacia el público en general. En esta revisión también se muestra parte de nuestra historia. La influencia de determinados artistas, la acción de galeristas y marchantes que se movieron localmente, la mirada cada vez más investigadora del coleccionista por galerías y ferias internacionales. Todo un movimiento que refleja los resortes de la cultura contemporánea.

En esta exposición se ha realizado una selección teniendo en cuenta la existencia de unas líneas, dentro de la diversidad de estas colecciones, manteniendo su individualidad, pero definiendo una imagen de modernidad y de conocimiento. Bajo estos condicionantes, o por ellos mismos, podemos ver en la Lonja una exposición de altísima calidad. Una de las mejores exposiciones colectivas que han pasado por la ciudad. Es un museo de la cultura viva de sus ciudadanos, de una actividad que no busca la notoriedad, ni el negocio, sino el disfrute de la cultura, que aúna el deseo con la capacidad y el conocimiento, para poder entender los valores que no se pueden expresar con palabras, que marcan un sentido indefinible. Estamos ante otra sensibilidad que no se identifica con los objetos de consumo sino que encuentra y busca la satisfacción en las obras que implican y mueven otro conocimiento.

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