El calvario de los malos tratos se prolongó durante 49 años. Los mismos que duró su matrimonio. Hasta que en el verano de 2016 un nuevo episodio, uno más del sinfín que había padecido, le hizo decir "hasta aquí". Pensó que no sería capaz de "buscarse la vida". "Pero me la busqué", afirma. Lo primero que hizo fue ir a por ayuda al Ayuntamiento. "Del Concello me remitieron a la asistente social y de ahí a la Guardia Civil", cuenta. Y denunció.

Con el apoyo de sus hijos, de sus hermanos, de otros familiares... inició una nueva etapa en su vida alejada del maltrato, los insultos y las humillaciones que había padecido durante casi medio siglo. Hoy, con 73 años, esta vecina de Nigrán, en Pontevedra, todavía vive con miedo, va acompañada a todos los sitios y si está sola en casa "se encierra". Pero tuvo la fortaleza de salir de un auténtico "infierno". "Lo que me pesa es no haberlo hecho antes", afirma. Ahora, como víctima, suplica que las mujeres que pasan por esta misma situación tengan más ayudas económicas y también de otra índole: "Hay que auxiliarlas porque se sufre mucho".

El caso de esta mujer llegó a juicio esta semana en Vigo. Hubo un acuerdo entre fiscal, acusación particular y defensa. El septuagenario aceptó 21 meses de cárcel al asumir la autoría de un delito de maltrato habitual. Pero no llegará a ingresar en prisión. Durante cuatro años y medio no podrá aproximarse ni comunicarse con su ya exesposa -a raíz de la denuncia se divorciaron- y debe indemnizarla con 16.000 euros por el daño moral que le causó durante décadas.

La mujer, finalizado este proceso judicial, confiesa que no está satisfecha con la condena. "Me hubiese gustado un castigo mucho más mayor; pero con que ya no se meta conmigo me siento feliz", confiesa. Y es que, tras la denuncia inicial, aún lo tuvo que denunciar en otras ocasiones por quebrantamientos de la medida de alejamiento.

Desde adolescente

La relación de esta mujer con el hombre que después se convertiría en su maltratador empezó cuando todavía era adolescente. Apenas tenía 16 años cuando empezó a salir con él. "De novios era la mejor persona del mundo", recuerda sobre aquella primera época. Pero todo cambió cuando se casaron. La boda fue en 1967. Ella tenía 24 años. Empezaron a vivir juntos y ya comenzó el maltrato, las humillaciones... Nunca cesarían. "Al principio piensas que tú eres la culpable de todo; te dicen que no vales para esto, que no sirves para esto..., y te lo crees", confiesa.

La Fiscalía concreta en el escrito de calificación relativo a la vista de conformidad celebrada esta semana en Vigo que el condenado ejerció desde el inicio del matrimonio un dominio y control sobre la vida de su mujer, aislándola socialmente y no permitiendo que se relacionase con otras personas. Con el paso del tiempo ya no le permitía comprar ropa, le escondía la comida o le impedía tener dinero. Los episodios de maltrato fueron a más a medida que pasaban los años.

Súplicas

La denuncia de 2016, la que derivó en que se divorciase de su marido y en que éste haya acabado con una condena, no fue en realidad la primera vez que esta víctima intentó salir de la pesadilla que vivía. "Ya lo hice hace 28 años; me fui con mis hijos del domicilio, pero él vino a buscarme, me suplicó, me lloró, me pidió que volviese a casa; en aquel momento la gente que me conocía me decía que regresase, que nos íbamos a arreglar, no sabían lo que en realidad estaba pasando...; así que como no tenía a nadie que me ayudara volví a casa", cuenta.

En aquel momento, la visibilización de la violencia de género no tenía nada que ver con la concienciación existente ahora. "Aquella primera vez me encontré con que no había apoyos por parte de las instituciones, no había ayudas, no es como ahora...; tenías que aguantarte", señala. Distinta fue la situación que se topó en esta última ocasión. En todo caso, considera que se precisan más ayudas de las existentes. "Lo que quiero pedir es que ayuden a las mujeres que pasan por esta situación, a las jóvenes, a las mayores, a todas...; que nos ayuden un poco más, y en lo económico también", suplica. Sabe bien de lo que habla. "A mí el primer año me dieron 600 euros, pero después me los quitaron; estoy cobrando 230 euros, dígame usted que hago yo con eso...", afirma.

Ayuda de la familia

El apoyo de sus hijos y del resto de su familia es fundamental. "Uno de mis hijos se vino para mi casa a cuidarme; tengo también el apoyo incondicional de mis otros hijos, de mis hermanas..., pero es como vivir de la caridad; hace falta que las instituciones aporten más, para que las víctimas podamos valernos por nosotras mismas...", señala.

Cuando hace dos años decidió dar el paso definitivo para salir de aquella "rueda" de malos tratos estaba en una situación límite.

"Yo ya había perdido el habla, no hablaba, y había adelgazado 10 kilos, pesaba poco más de 40...; me vi en esa situación, sin nada, y decidí marcharme; pensaba que iba sin rumbo pero logré salir adelante", dice. ¿Cuál fue el detonante? ¿Qué hizo que se animara a denunciar, cerrando así una etapa infernal de su vida? "Fue un día que vino mi hermana a buscarme para dar un paseo; ella fue a saludar a mi marido y él solo entró en cólera; creí que nos mataba a las dos; cogí a mi hermana de la mano y salí para fuera...", describe. Y ese paso fue fundamental. Ese fue el día que dijo "hasta aquí".