Los cinco meses de investigación sobre María Jesús M. C., Maje, la enfermera de 27 años encarcelada como coautora del asesinato de su marido, el ingeniero civil Antonio Navarro Cerdán, han permitido al grupo de Homicidios llegar a conocer a la perfección a la acusada. Hasta el punto de que, tal como consta en las diligencias a las que ha tenido acceso INFORMACIÓN, los investigadores se muestran convencidos de que ella indujo de algún modo la idea de la desaparición física de su esposo en la mente de uno de sus amantes, el auxiliar de enfermería Salvador R. L., de 47 años, casado y con una hija y que trabajaba con ella en el mismo hospital privado de València.

Fue en junio, dos meses antes del asesinato, durante una conversación entre ambos en la que Maje fue quien relató a Salva que había habido un accidente de tráfico con dos fallecidos en una empresa relacionada con Ferrovial, la firma en la que trabajaba el ingeniero. Ambos -admiten en sus declaraciones ante la policía- desearon que ojalá «Antonio hubiese sido uno de ellos». A partir de ese momento, fue cuando, según recogen los investigadores, comenzaron «a fantasear con la muerte de Antonio».

En sucesivas conversaciones habrían ido perfeccionando los detalles. A finales de junio, mientras tomaban café, Salva habría apuntado a que el mejor lugar para llevar a cabo su macabro plan era el garaje donde el matrimonio tenía una plaza de aparcamiento, que Antonio solo utilizaba las noches en que Maje se llevaba el suyo a, supuestamente, trabajar. La elección del lugar venía dada «porque no hay cámaras de vigilancia». Así, en julio ella le habría dado las llaves para que se hiciera una copia. Al menos eso declararon ante la policía, porque una vez en el juzgado se corrigieron a sí mismos y afirmaron que había sido en marzo.

Una vez ultimados los detalles, «es muy probablemente el 3 de agosto» cuando establecen la fecha definitiva del crimen, sostiene la policía. Ese día, Salva llama dos veces a Maje entre las 13.30 y las 14.27 horas, y ella, que trabajaba de noches en el hospital como supervisora, envió un mensaje a Antonio a las 17.21 horas advirtiéndole de que cambiaba la noche del 14 por la del 15. La idea era que ella pasase fuera la noche para que Antonio utilizase la plaza de garaje, lo que daría pie al plan homicida, perpetrado a las 7.30 horas del 16.

Engañó a los tres

El mensaje a su marido decía: «Cari. Me he quitado la noche del 14 por la del 15. Así no hago dos seguidas». No sólo contribuyó de ese modo, mantiene la policía, a la comisión del asesinato -su presencia en casa habría impedido que Antonio bajase esa mañana al garaje, donde le esperaba Salva para clavarle 8 veces un cuchillo cebollero comprado días antes en una ferretería-, sino que además le procuraba una coartada. A lo que se suma haberle contado los horarios de la víctima y haberle facilitado las llaves del garaje para que se hiciese una copia.

Pero había un tercer engañado: el publicista -de nombre Jose; este diario no aporta el resto de su identidad dado que es ajeno al crimen- al que había conocido en mayo una noche de fiesta en una discoteca y con el que mantenía desde entonces una relación sexual que ha terminado convirtiéndose en sentimental.

De hecho, cuando comenzó supuestamente la planificación del asesinato, ella ya estaba con ese hombre, con el que llegó a pasar la mayor parte de las noches de junio y con quien vivía desde poco después del asesinato, y de quien Salva sólo supo en noviembre y por un amigo que indagó para él detalles de la investigación policial. «Todo apuntaría», concluye la policía, «a que Maje podría haber utilizado su relación sentimental/sexual con Salva para embarcarlo en el asesinato de su marido».

Los encuentros con el publicista eran siempre en casa de él porque ella le mintió: no solo no le dijo que estaba casada, sino que además le explicó que no podían ir al domicilio de ella porque vivía con dos chicas a las que no les gustaban las visitas. Sólo cuando se produjo el asesinato de Antonio le contó la verdad. Fue por teléfono y para recordarle, oportunamente, que la noche previa al crimen la había pasado con él. Esa confesión llevó a Jose a plantearse romper con Maje. Pero una comida y un encuentro con ella días más tarde evitaron la ruptura.

Tampoco sabía que la mujer con la que planeaba pasar los próximos años y con la que iba a comprar un piso «de manera inminente» había planeado y ayudado a ejecutar, presuntamente, el asesinato de su marido, pese a lo cual se convirtió, sin saberlo, en el principal objetivo de la policía durante tres meses.