Una reunión mantenida el 2 de enero en el centro comercial Bonaire, donde se creían a salvo de la Policía, se convirtió en la clave para que el grupo de Homicidios de la Policía Nacional decidiera detener a María Jesús M. C. y Salvador M. L., la esposa del ingeniero civil Antonio Navarro Cerdán y el amante de ella, por el asesinato del noveldense, cometido cinco meses antes en su garaje, en la calle Calamocha de València.

Los investigadores sabían que ambos habían planeado la ejecución del homicidio y, durante casi cinco meses, mantuvieron intervenidas todas sus conversaciones y vigilados sus movimientos con autorización del juez de Instrucción número 14 de València, que instruye la causa. Después de citarlos, por separado, en varias ocasiones y de tomarles declaración, fueron cerrando cada vez más el círculo sobre los sospechosos. Acorralados y con los nervios a flor de piel, se citaron para tener una conversación sobre su situación en la tarde del pasado 2 de enero, en el centro comercial, un lugar lleno de gente que creyeron «seguro», según se dijeron ellos mismos y consta en las diligencias aportadas al juzgado.

El encuentro fue grabado por la Policía y durante el mismo, ambos se incriminaron, ya que abordaron sin tapujos algunos detalles de cómo planificaron el asesinato de Antonio, por lo que esa cita acabó siendo la clave para precipitar, ocho días más tarde, la detención de ambos cuando salían de sus respectivos domicilios. Salva fue apresado a media mañana cuando salía de su casa, en Manises, y María Jesús, a las nueve de la mañana en València, cuando salía del piso de su nuevo compañero sentimental, un hombre al que había conocido apenas una semana antes del asesinato a cuchilladas de su marido. De hecho, tras su detención, ambos admitieron sin reservas en sus declaraciones ante la Policía que los dos juntos habían urdido el plan para acabar con la vida de Antonio, aunque la ejecución corriese luego a cargo de Salvador, quien ha tratado de disculpar en todo momento a María Jesús, incluso a pesar de saber que ella había iniciado otra relación distinto con el que ahora era su nuevo compañero sentimental, un hombre totalmente ajeno a lo ocurrido que, según fuentes conocedoras del sumario, «está absolutamente hundido».

Según ha esclarecido la investigación policial, María Jesús, que se hace llamar Maje, había conocido a ese hombre una noche de fiesta a primeros de agosto, diez días antes del crimen. La noche del 15 al 16, Maje la pasó con ese hombre y no en su domicilio conyugal para, supuestamente, tener una coartada. Y Salva lo sabía. De hecho, durante su declaración ante el juez el pasado viernes, al ser preguntado sobre la razón por la que continuaba defendiendo a María Jesús a pesar de haberse distanciado de él y de haber iniciado otra relación más, respondió que lo había hecho por «amor». El juez le inquirió entonces sugiriéndole que tal vez respondía más bien a un «amor obsesivo». Y él contestó con un seco: «No. Amor».

«Sólo tiene interés por el dinero»

Aunque la familia de Antonio ha preferido mantener silencio en atención a la de María Jesús -únicamente han manifestado que «están tan destrozados como nosotros»-, este diario ha podido saber en el entorno de la víctima que su familia no sólo está «rota por el dolor de haberle perdido a él, sino tremendamente enfadados por la actitud de María Jesús».

Las fuentes citadas explicaron que «desde que lo mataron, solo ha mostrado interés por el dinero», hasta el punto de que en los días siguientes apuró todos los trámites para empezar a cobrar cuanto antes la pensión de viudedad. Así, en este momento llevaba ya cuatro meses percibiendo «los 1.100 euros que le correspondían por esa condición, incluida la paga extra de diciembre». «Y no sólo eso. Ha estado presionando a la familia y a las compañías de seguros para agilizar la declaración de herederos. Menos mal que la familia no lo veía claro y no han querido firmar nada hasta hora».

Según esas fuentes, Maje habría domiciliado incluso los recibos de gasto corriente del piso que Antonio había comprado en la calle Calamocha y se habría empadronado en él pese a que ya no vivía allí porque «como viuda le correspondía el usufructo». En este momento, al parecer, ya había convencido a su actual compañero sentimental, a quien conoció a principios de agosto y con quien vivía desde hace meses, para comprar un piso juntos en València, según se recoge en el sumario.