El acusado de estrangular a su tía abuela, una mujer de 88 años, en Alicante admitió ayer el crimen durante el juicio con un jurado popular que se celebra en la Auidiencia. El procesado se reafirmó en que se trató de un crimen por compasión y que fue la propia víctima quien le pidió que acabase con su vida por sus problemas de salud. Sin embargo, estas palabras no fueron corroboradas por los hermanos del acusado que sostuvieron que la mujer no tenía problema de movilidad alguno.

«Me dijo muchas veces que estaba harta, que no podía más y que quería morir. Era dependiente cien por cien. No salía prácticamente de casa, no podía levantarse de la cama, era diabética, tomaba diez pastillas cada día y se hacía continuamente sus necesidades encima», relató el procesado, Félix R.S. El acusado, que está en prisión provisional por esta causa, se enfrenta a una petición de la fiscalía de 24 años de prisión por asesinato y hurto, aunque la defensa, que lleva el letrado Luis Santamaría, califica el crimen de homicidio porque «fue un acto espontáneo, no preparado».

Los hechos ocurrieron el 5 de octubre del año pasado en el piso que el presunto asesino y su tía, que estaba aquejada de diversas dolencias, compartían en la calle Pintor Aparicio de Alicante.

Durante la primera sesión del juicio que se sigue en la Audiencia Provincial de Alicante, Félix R.S. , de 41 años, admitió que estranguló a la anciana, Isabel A.M., con el cable eléctrico de una lámpara mientras ella esperaba sentada en su mecedora a que le llevara el desayuno.

«La estrangulé delante de ella, mirándole a la cara, no desde atrás, como dice la fiscal», precisó, como único matiz respecto a la versión acusatoria, que por lo demás ha admitido íntegramente. Tras matar a su tía, se apoderó de 300 euros en efectivo, un televisor y unas joyas de escaso valor que vendió en tiendas de compraventa de objetos de segunda mano, pero cinco días más tarde, el 10 de octubre, se presentó en una comisaría de policía y confesó lo ocurrido.

Félix R.S. sostiene que cometió el crimen a petición de la propia víctima, y así lo declaró tanto ante los agentes que lo detuvieron como en el juzgado que le tomó declaración durante la instrucción de las diligencias.

No obstante, una hermana suya negó que Isabel A.M. quisiera morir y aseguró, por el contrario, que le contó varias veces por teléfono que no tenía «ni para una barra de pan» porque su sobrino se quedaba con el dinero de su pensión y le «tenía miedo».

Otro hermano del sospechoso lo describió como una «persona violenta», y prueba de ello es que pasó varios años en prisión por maltratar a su mujer, como recoge el sumario.

Un vecino de la fallecida contó en la sala que escuchó varias discusiones a gritos entre la anciana, que tenía «problemas de movilidad», pero podía caminar y lo hacía ayudada por un bastón y por su sobrino.

En una de ellas, días antes del crimen, el hombre reprochó a su tía abuela que viviera «de prestado» porque el piso pertenecía a su abuelo materno, cuñado de Isabel A.M., con el que ella se había casado poco antes de que muriera, para que ella pudiera a quedarse a vivir en el inmueble. La casa pertenecía a ella en usufructo e iba a ser heredada por los tres nietas cuando falleciera. Al salir de prisión, el acusado se quedó a vivir con ella y asumió las tareas de cuidarla.

En esta primera sesión de la vista, los policías nacionales que acompañaron al presunto asesino al domicilio de la calle Pintor Aparicio testificaron que exhibió en todo momento una actitud colaboradora, por la que la Fiscalía aprecia en su favor la atenuante de confesión.

«Durante el trayecto a la casa, en el coche policial, nos dijo que la había matado porque estaba cansado de ella, ya que le daba mucho trabajo, y que había sido la mujer la que le había pedido que la matase», indicó uno de los agentes.

La vista oral continuará hoy con las declaraciones de los peritos y las informes de conclusiones de las partes.