Una espectacular comitiva fúnebre formada por una docena de vehículos -incluido el autobús de la Policía Local, cedido por el ayuntamiento para trasladar a los compañeros del fallecido- recorrió ayer las calles de València, escoltada desde el aire por el helicóptero de la Policía Nacional, antes de llevar los restos mortales del subinspector Blas Gámez, asesinado en acto de servicio cuando investigaba el homicidio de un peluquero en Russafa, hasta la catedral de la ciudad, que acogió el funeral con el que fue despedido, no sólo por su familia y sus amigos, sino también por toda la Policía.

En silencio absoluto, la comitiva llegó a la plaza de la Virgen, donde esperaba una formación de honores con cien agentes de todas las unidades. Portado a hombros por antiguos compañeros del GEO, llegados exprofeso desde Guadalajara, y por sus actuales compañeros del grupo de Homicidios, con la jefa de este último, que portaba la gorra del subinspector y la medalla de oro impuesta el miércoles a título póstumo, abriendo paso a la esposa y los dos hijos de Blas, rotos de dolor.

El himno nacional y una cerrada ovación recibieron el féretro a su llegada a la Puerta de los Hierros, el mismo gesto que dedicaron todos los presentes a Blas cuando la comitiva salió de nuevo del templo con el ataúd a hombros para recorrer el camino inverso hasta el cementerio de Torrent, donde fue incinerado en una ceremonia íntima.

La eucaristía, concelebrada por el obispo auxiliar de València, monseñor Escudero, y el capellán nacional del Cuerpo Nacional de Policía, fue presidida por el primero de ellos, quien leyó la homilía que dejó escrita el arzobispo, el cardenal Antonio Cañizares, que excusó su presencia.

«El ejemplar compañero Blas Gámez ha sido un fiel servidor de la sociedad y de su seguridad», señaló Cañizares, quien subrayó que «ninguna violencia asesina tiene justificación y es necesario que nos esforcemos en superar una cultura de la muerte que crece».

El emotivo funeral, en el que estuvo presente el director general de la Policía, vivió su momento más desgarrador cuando la viuda y los hijos de Blas le dedicaron unas palabras y agradecieron las muestras de cariño y la multitudinaria despedida brindada a quien, su hijo menor, de 15 años, dio su adiós con un «has sido, eres y serás mi héroe».