Familiares, autoridades autonómicas y locales, cargos de los distintos Cuerpos de Seguridad del Estado y las Fuerzas Armadas, y más de 300 compañeros despidieron ayer al subinspector de la Policía Nacional Blas Gámez, asesinado el martes en València. En el acto, sencillo y emotivo, el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, impuso a título póstumo la máxima condecoración policial al agente valenciano, cuya capilla ardiente estará abierta hasta hoy en la comisaría de Zapadores.