El terror se apoderó ayer, minutos antes de la cinco de la tarde y con la zona de la Plaza Catalunya y la Rambla de Barcelona repleta de gente, de centenares de personas, entre los que se encontraban varios valencianos. «Es dantesco, hay varias personas inconscientes y sangrando en el suelo, algunos son niños», relataba Francisco a este diario nada producirse el atentado terrorista. Este valenciano se dirigía a la parada de metro cuando se vio sorprendido por «una avalancha de gente corriendo y llorando», según describe este testigo de los hechos.

«Esto es lo más fuerte a lo que me he enfrentado en mi vida, es horrible, la situación es dantesca», reconocía un agente de la Guardia Civil de València que se encontraba en la zona. El valenciano se acercó a ver si podía socorrer a los heridos que se encontraban junto a un quiosco pero al ver que ya estaban llegando los servicios sanitarios, y para no entorpecer, explica que les dejó hacer limitándose a tranquilizar a otras personas que estaban en estado de shock. «Algunos presentan heridas de mucha gravedad, esto es un caos», añadía sin ni siquiera saber el alcance de heridos y fallecidos que por desgracia se confirmaría horas más tarde.

En apenas unos minutos la zona se llenó de vehículos de la policía, Mossos d'Esquadra y ambulancias. «Los comercios están cerrando sus puertas, la gente se está refugiando dentro, hay comerciantes bajando las persianas y gente corriendo para todos los lados», explicaba este testigo antes de ser desalojado y de que los agentes acordonaran todo el perímetro de seguridad, que incluía todas las calles colindantes a la plaza Catalunya y La Rambla en un radio de 400 metros.

«Era de esperar»

Claudia, una trabajadora de una tienda de ropa situada en la calle Pelayo, a escasos metros del lugar del atropello, criticaba que el personal de seguridad les hicieron cerrar puertas y persianas con los clientes dentro sin ni siquiera decirles que estaba ocurriendo fuera. «Nos hemos enterado cuando un cliente ha entrado diciendo que una furgoneta había arrollado a varias personas». «Esto era de esperar» era la frase más repetida por los viandantes y turistas refugiados en los comercios, según señalan los testigos, quienes enseguida tuvieron claro que se trataba de un atentado terrorista al ver correr a policías con las armas desenfundadas.

«Ha sido una experiencia terrorífica, hemos pasado cinco minutos que no se los deseo a nadie», confesaba Natalia, dependienta de una perfumería donde se escondieron decenas de personas, muchos de ellos turistas extranjeros que estaban visitando la ciudad condal, ante el temor de que hubiera personas armadas en el exterior. «Estábamos escondidas unas treinta personas en un cuartito de seguridad de unos veinte metros cuadrados, tirados en el suelo», recordaba los instantes de pánico vividos hasta que se han dado cuenta que no había terroristas en el interior del centro comercial.

Dos horas y media después tanto trabajadores como clientes han podido ir saliendo del centro tras ser cacheados previamente por los miembros de seguridad. «Nos revisaban por si teníamos algún explosivo», apuntaba Natalia. Daniel vio pasar la furgoneta del terrorista: «Le vi el brazo, pero pasó tan rápido y haciendo eses que no pude verle bien la cara».

«A nosotros no nos ha pillado de milagro, el cansancio nos ha salvado al volvernos antes al hotel», reconocía Isabel, una vecina de Torrent que a la una del mediodía se encontraba en la plaza Catalunya junto a su marido, pero que a última hora optaron por regresar y dejar para mañana su paseo por las Ramblas. «Estábamos cansados de andar después de ir a la Sagrada Familia y nos hemos vuelto. Podía ser yo la que estuviera ahí tirada», admitía.

Esta valenciana, que estaba pasando tres días en Barcelona antes de volar a Noruega, critica la falta de medidas de seguridad. «Cuando hemos pasado por ahí había miles y miles de personas y los coches pasaban como si nada por dentro del barrio gótico. Cualquiera podría entrar y liarla como ha pasado», lamentaba Isabel.

Un músico valenciano del grupo Jolly Jumper que iba a tocar en las fiestas de Gràcia, que fueron suspendidas tras el atentado, explicó que la sensación era de incertidumbre total. Debíamos dormir en Gràcia y no sabemos si podremos acceder a la ciudad», explicó desde Badalona. «Lo que han conseguido es paralizar la ciudad. No solo el centro, todos los barrios, sobre todo el de Gràcia, que estaba en fiestas», detalló. El músico explicó que la festividad del barrio barcelonés es similar a las Fallas en cuanto a celebrar actividades culturales y festivas en cada calle, donde se congregan miles de asistentes.

En medio de todo este caos, también hubo lugar para la solidaridad. Una médico valenciana que se encuentra trabajando como residente en el banco de sangre del Hospital Vall d'Hebron destacó que nada más conocer la noticia del atentado la gente colapsó las donaciones de sangre.

«No dábamos abasto de tanta gente que quería donar sangre», asegura Alba, quien recomendaba que los donantes se acercaran mañana y pasado para seguir donando.