La Audiencia ha condenado a cuatro años y seis meses de cárcel a la cuidadora de un octogenario con demencia senil en Alicante por desvalijar sus cuentas y apropiarse de cantidades que superan los 170.000 euros, según la sentencia hecha pública ayer. Los magistrados consideran que la acusada, que estaba autorizada a usar las cuentas de la víctima, se aprovechó de la relación de dependencia que había establecido con ella para disponer de su dinero en beneficio propio.

Los magistrados la han condenado por un delito de apropiación indebida a cuatro años y seis meses de cárcel, así como al pago de una multa de 3.150 euros y a devolver al tutor legal de la víctima los 177.811 euros de los que se apropió. La víctima se encontraba incapacitado legalmente a causa de su enfermedad, motivo por el que la familia contrató a la acusada para que cuidara de él diariamente a partir de enero de 2012 en un piso en el que éste vivía en el centro de Alicante. A lo largo del año que estuvo a su servicio, la acusada logró que el acusado la autorizara a operar con sus cuentas y en otras llegaba a aparecer como cotitular para gestionar sus gastos ordinarios.

Los magistrados consideran probado que la acusada se aprovechó del estado en el que se encontraba la víctima para maniobrar con absoluta libertad y utilizar el dinero en beneficio propio. La acusada tenía encomendada la gestión de los gastos domésticos, así como mantenerlo fuera del conocimiento de los hijos, con quienes no tenía buena relación. La acusada adujo en el juicio que otro de los hijos estaba autorizado en una de las cuentas del anciano y que «frecuentemente le pedía dinero a su padre porque era toxicómano». Una versión a la que los jueces tampoco han dado credibilidad, argumentando que si el hijo estaba autorizado en la cuenta, no tenía necesidad de desplazarse a Alicante desde Granada para pedirlo cada vez que necesitaba dinero.

El fallo relata que, a medida que avanzaba el año 2011 y la enfermedad de la víctima se fue agravando con pérdidas de memoria y problemas de movilidad, fue progresando la dependencia de éste de su cuidadora haciendo que la relación fuera más estrecha. Los magistrados inciden en que la acusada conocía el conflicto que separaba al anciano de sus hijos, llegando a fomentar el aislamiento de éste y su dependencia exclusiva de ella. En el momento en que los hijos intervienen y despiden a la acusada, sólo quedaban un sobre con 1.500 euros y un saldo en las cuentas que no llegaba a los 900. El dinero desaparecido procedía de la venta de un ático dos días después de que la acusada empezara a trabajar para él.