Un educador del Psiquiátrico de Fontcalent admitió ayer que se estuvo apropiando de dinero de los internos durante dos años y aceptó una pena de 21 meses de prisión, según informaron fuentes cercanas al proceso. Los hechos se cerraron ayer con una conformidad en un juzgado de lo Penal de Alicante. La magistrada le suspenderá la condena al funcionario, que ya no trabaja en el recinto penitenciario, y no tendrá que ingresar en prisión si devuelve los cerca de 13.000 euros de los que se apropió a los reclusos.

La Fiscalía de Alicante le reclamaba inicialmente la pena de tres años de prisión, al que acusaba de valerse de su cargo para apropiarse de dinero que los internos recibían para sus gastos durante las salidas terapéuticas, así como de simular la firma de algunos de ellos para sacar dinero de sus cuentas y obligar a algunos de ellos a sacar dinero para él. El Ministerio Público le acusa de un delito continuado de falsedad de documento mercantil, en concurso con otro de estafa. La pena solicitada fue reducida tras la conformidad a 21 meses de cárcel, el pago de una multa de 1.084 euros y la devolución del dinero robado.

Según el escrito de acusación, los internos le pagaban ante el temor de que si no lo hacían no podrían disfrutar de más salidas terapéuticas. Las cantidades ascendían a más de 13.000 euros a 26 internos desde 2013 hasta que se abrió una investigación a finales de 2015 por Instituciones Penitenciarias.

Entre los cometidos del educador, estaba el acompañar a los internos en salidas terapéuticas al exterior autorizadas por el juzgado. Estos reclusos se encontraban cumpliendo condenas por hechos por los que no son imputables a causa de su enfermedad mental.

Modus operandi

Para dichas salidas, cada educador elaboraba una lista de internos a los que acompañar. Estos tenían que pedir por escrito que se le autorizara para disponer de dinero para gastos de su peculio en la salida, cantidades que oscilan entre los 25 y los 50 euros. Al regresar, el dinero sobrante debe ser ingresado nuevamente en la cuenta bancaria.

El acusado admitió ayer que estableció como conducta habitual que el dinero sobrante le fuera entregado a él directamente, en lugar de ingresarlo en la cuenta. Este dinero iba «a una caja» para que él la guardara hasta la siguiente salida. En la práctica, el dinero no se reclamaba por sus propietarios, ya que, el acusado se valía «de la confianza y del miedo de los internos a no volver a salir en caso de negarse y de tener las facultades mentales limitadas», explica el fiscal. Mediante este procedimiento se habría apropiado de 434 euros.

Pero el grueso del dinero robado a los internos fue directamente de las cuentas. En unas ocasiones, el procesado simuló la firma de los internos o se aprovechó de ella en los documentos oficiales del centro para realizar extracciones de las cuentas de peculio con el pretexto de salidas que no se realizaron. También habría llegado a acompañarles al banco.