Cuando llegan los premios de lotería no siempre todo es alegría y buenas intenciones como aparece en los anuncios de Navidad. La Audiencia de Alicante sentó ayer en el banquillo a dos vendedores de lotería ambulantes de Monóvar acusados de haberse apropiado de un décimo premiado con 100.000 euros del sorteo celebrado el 10 de noviembre de 2012 y que cobraron un mes después. Los dos acusados sostuvieron que el décimo era suyo y que el denunciante les llamó esa misma mañana para reservar dos décimos pero sólo pudieron conseguir uno.

La Fiscalía les reclama dos años de cárcel por apropiación indebida, mientras que la acusación particular pide tres años. La defensa solicita la libre absolución. El juicio quedó ayer visto para sentencia en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial.

Un restaurante de la localidad vendía todas las semanas entre sus clientes el mismo número, el 59.217, aunque no estaba abonado a él, y que compraba a los acusados, que a su vez lo adquirían en una administración del municipio. La costumbre del dueño era reservarse un par de décimos para jugarlos en el sorteo. Justo la noche antes del día de la Lotería, el denunciante vendió todos los décimos que tenía en el local. Por este motivo, el dueño del restaurante llamó la misma mañana del sorteo a los vendedores para que le reservaran otros dos números más.

Inicialmente, la mujer le dijo que sin problemas y que le diría a su marido que se acercara a la Administración a por ellos. La acusación sostiene que el denunciante vendió sus dos últimos décimos a clientes del restaurante al decirle los vendedores de lotería que no habría problemas, al pensar que contaría con los nuevos décimos. Sin embargo, al terminar el sorteo y saberse que el número había sido premiado con 100.000 euros, le dijeron que sólo habían podido conseguir uno de los dos décimos prometidos. Un mes más tarde, los dos vendedores cobraron un décimo premiado en una administración de Fortuna (Murcia).

Los acusados sostienen que el número premiado era suyo y que cuando llegaron a la administración de lotería a cumplir el encargo, al lotero únicamente le quedaba un décimo en ventanilla y que fue lo único que se pudo conseguir porque la hora límite para las devoluciones se había sobrepasado.

Los dos vendedores negaron que hicieran reserva alguna y que sólo se comprometieron a pasar por la Administración de Lotería para ver lo que podía hacer. Según su versión, las devoluciones se hicieron a las diez de la mañana, ya que en caso de no devolverse antes de las 12.30 horas es el lotero quien debe pagar el importe del décimo. A las 12.50, en la Administración de Lotería sólo quedaba un décimo en la ventanilla y fue lo único que consiguieron.