La Audiencia de Alicante ha condenado a dos falsos prestamistas por estafar a dos empresarios en apuros que buscaban financiación, según el fallo al que ha tenido acceso este diario. Los hechos se remontan al año 2009, en los inicios de la crisis económicas, cuando los bancos habían cerrado el grifo del crédito. En el banquillo se sentaban seis acusados de formar parte de un entramado dedicado a estafar a empresarios por toda España aparentando ser personas de alta solvencia económica y prometiendo solucionar sus problemas de liquidez. A cambio de acceder a cheques millonarios, los perjudicados sólo tenían que adelantar fondos en concepto de contraprestación económica. Sin embargo, la Audiencia no ha considerado probado que los acusados formaran parte de una trama organizada.

Dos de los acusados que se sentaron en el banquillo han sido absueltos al no quedar demostrada que tuvieran relación con la estafa y consideran que su papel fue el de meros intermediarios. Los dos presuntos cabecillas de la trama no llegaron a ser juzgados. Giovanni Gronchi falleció en el año 2015 a los 85 años y se hacía pasar por un hijo del presidente italiano del mismo nombre. Alessandro Gronchi, hijo de este acusado, tampoco ha podido ser juzgado por encontrarse huido de la Justicia. Las estafas se han investigado por separado en distintos territorios y en Alicante se han juzgado las denuncias de los dos afectados en la provincia. Uno buscaba dinero para su grupo de empresas y el otro para la construcción de un parque eólico.

El fallo condena a 21 meses de prisión a dos de los acusados por estafar a los empresarios cantidades que sumaban 30.000 euros. Sin embargo, los jueces no han considerado probada la relación de estos dos acusados con los Gronchi, a quienes los perjudicados entregaron otros 70.000 euros más. Los empresarios acabaron acudiendo a los dos condenados tras pagar varios anticipos a los Gronchi al no obtener la financiación prometida

El fallo declara probado que la acusada se presentó a los empresarios perjudicados como una rica heredera representante de una mercantil suiza que podía darles la financiación que necesitaban, si bien para ello precisaba antes de 300.000 euros para poder «desbloquear» una herencia y les prestaría 40 millones de euros. La acusada aseguró en el juicio que ella se limitó a hacer lo que le decía su exmarido, que no estaba entre los acusados. Sin embargo, los magistrados señalan que ella fue quien dio la cara en todas las operaciones y que «engañó» a los perjudicados presentándose como una persona rica de gran solvencia y representante de un grupo internacional suizo que luego resultó ser inexistente. «Todo ello para ganarse la confianza de los perjudicados para que éstos llegaran a creer (...)que les iban a dar los préstamos a cambio de un depósito en dinero·, dice el fallo.

El otro condenado es quien puso en contacto a los empresarios con la acusada. La sentencia dice que su papel no fue el de mero intermediario, ya que trabajaba para ella y el dinero entregado por los empresarios pasó primero por una cuenta bancaria a nombre de éste.

La sentencia relata que los perjudicados pasaron por un «calvario» intentando lograr la financiación prometida. Durante el tiempo de negociación con los Gronchi, los perjudicados tuvieron que adelantar también varias cantidades en concepto de provisión de fondos, tras viajes organizados a paraísos fiscales en el Caribe y a Abu Dhabi, con los que los que pretendían aparentar solvencia económica.