Una banda de atracadores a establecimientos de hostelería, cuyos cinco miembros suman 177 detenciones anteriores, ha sido desarticulada en una operación conjunta desarrollada en Alicante por la Policía Nacional y la Guardia Civil.

De momento, los agentes atribuyen a los cinco sospechosos, todos ellos españoles y detenidos el pasado día 4, dos robos con violencia e intimidación ocurridos en octubre pasado en sendos bares, uno en la ciudad de Alicante y el otro en el municipio de Sax, según informaron ayer fuentes policiales.

Fuentes próximas al caso explicaron a Efe que, en principio, no se descarta la posibilidad de que los presuntos atracadores, dos de los cuales fueron localizados y apresados en los barrios alicantinos de La Florida y Mil Viviendas, hubieran actuado en otras zonas del país.

Dos de los arrestados, que además eran pareja y cumplen condenas por delitos contra el patrimonio, aprovecharon un permiso penitenciario para organizar y llevar a cabo los robos.

Excarcelación

Para uno de ellos hubo incluso que solicitar autorización al juzgado para que consintiera su excarcelación y tomarle declaración por los hechos delictivos que se le imputan, pues se encontraba en la prisión de Alicante.

Los dos robos cuya autoría se le atribuye a la banda se perpetraron de la misma manera: dos de ellos realizaron los atracos, un tercero les esperaba en las inmediaciones con un vehículo para huir luego a gran velocidad de la zona y un cuarto se apostaba en las cercanías para dar la voz de alarma ante la posible presencia policial.

Al quinto arrestado en la operación se le acusa de ser partícipe en un delito de receptación, pues, a pesar de que no tenía una intervención directa en los robos, adquiría supuestamente los objetos sustraídos y se encargaba de darles salida a través de otras personas.

En los dos atracos que se registraron en la capital alicantina y en Sax, en los que al parecer no hubo heridos, dos integrantes del grupo irrumpieron en los establecimientos empuñando un revólver y un cuchillo de grandes dimensiones, sin importarles que hubieran clientes en su interior, a los que también convirtieron en víctimas de sus robos.

Asimismo, les amenazaron con hacer uso de las armas si no les hacían entrega de las carteras y los teléfonos móviles.

Los ladrones, que se ocultaban sus caras con pasamontañas para evitar ser identificados, se apoderaron de los objetos de valor de los clientes y de los dueños de los establecimientos. Luego obligaron a los hosteleros, pistola en mano, a abrir la caja registradora para apoderarse de la recaudación del día.

Una vez que se hicieron con el botín, agolparon a la gente en el almacén del local y contra el suelo para asegurarse de que nadie facilitara la dirección de su huida a la policía.

Además de ser apresados los cinco supuestos componentes de la banda, de entre 44 y 60 años, los agentes practicaron dos registros domiciliarios en los que intervinieron el atuendo que vestían los ladrones cuando asaltaron los bares y los pasamontañas.