Un informe pericial presentado por dos psiquiatras forenses contratados por la defensa de Miguel Ángel Muñoz Blas, acusado de asesinar a la peregrina estadounidense Denise Pikka Thiem en abril de 2015, sostiene que éste sufre graves trastornos que le impiden controlar sus impulsos.

Así lo han atestiguado ambos psiquiatras forenses, Alfonso Garrido y José Cabrera, en el juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de León contra Muñoz Blas, de 41 años, en el que también han precisado que el acusado padece "un trastorno límite de la personalidad" y otro "de carácter explosivo intermitente".

En su opinión, estas alteraciones inciden en su capacidad de autocontrol y "puede llevarle a tener reacciones violentas irrefrenables".

"Su curva vital está cuajada de conductas anómalas y es una persona que siempre se ha mantenido al margen del sistema", ha señalado Cabrera, que ha explicado que realizaron dos exploraciones al acusado en 2016 en la cárcel leonesa de Mansilla de las Mulas, donde permanece ingresado desde su detención.

Los peritos también han incidido en que incurrió en la "disarmonía" típica de las personas que sufren este tipo de trastornos, lo que lleva a variar su versión de los hechos continuamente influenciado por las presiones que reciba en cada momento o por otros factores.

No obstante, han precisado que el acusado "sabe lo que hace", aunque "otra cosa es como obra, ya que puede verse afectado por impulsos que son incontrolables".

En consecuencia, los peritos entienden que como resultado de los trastornos que padece Muñoz Blas es incapaz de controlar sus emociones y afectividad, por lo que "debería considerarse seriamente una restricción de su libertad de obrar", ha agregado Cabrera.

También han destacado que el acusado pudo no cometer el crimen y que la confesión que hizo de culpabilidad respondiese a un afán de protagonismo o que realmente matase a la peregrina como consecuencia de "una explosión brutal de agresividad".

"Denise era una mujer muy cauta"

Esta mañana también ha prestado declaración como testigo Javier Pombo de la Serna, piloto de profesión y que a finales de marzo de 2015 coincidió con Denise en el Camino de Santiago y realizaron varias etapas juntos.

Ha explicado que él hacía el Camino con su hija y tres sobrinos y que la peregrina estadounidense se acercó a ellos al comprobar que hablaban inglés.

"El hecho de que viajara con niños hizo que ella se sintiera más segura y propiciara un acercamiento", ha indicado el testigo.

"Denise era una mujer muy cauta, precavida, ordenada y demasiado desconfiada, con una personalidad fantástica y llena de interés por todo", ha afirmado el testigo que fue quien le aconsejó que visitase el pueblo de Castrillo de los Polvazares, en la comarca leonesa de la maragatería.

"Se lo aconsejé porque le tengo mucho cariño a ese pueblo que mi bisabuela, la escritora Concha Espina, recrea en su novela 'La efigie maragata'", ha explicado el testigo, que se ha mostrado compungido por haberle hecho esa recomendación.

La jornada se ha cerrado con la proyección del vídeo grabado durante la reconstrucción de los hechos, en el que el acusado confiesa que ha matado a la peregrina y explica cómo lo ha hecho.

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Muñoz Blas inicialmente reconoció que había matado a la peregrina ante la jueza de Astorga (León), instructora del caso, pero posteriormente cambió su versión y ahora afirma que se lo inventó al sentirse presionado por la Policía cuando fue detenido el 11 de septiembre de 2015 en Grandas de Salime (Asturias).

La peregrina desapareció el 5 de abril de 2015, día en el que envió un correo electrónico a una amiga en el que saludaba "desde Astorga", y anunciaba su intención de seguir su ruta hacia la localidad de El Ganso, puntos ambos de la ruta Jacobea en la provincia leonesa.

Fue la última noticia que se tuvo de ella hasta que, el 11 de septiembre de ese año, el acusado les condujo horas después de ser detenido en Asturias hasta el lugar donde estaba el cadáver, a unos 2,5 kilómetros de su vivienda, en un paraje de difícil acceso entre las localidades de Santa Catalina de Somoza y San Martín de Agostedo.