A sus 71 años, Paquita Maroto era una mujer familiar muy unida a sus hijas y nietos, a los que veía a diario y con los que compartía sus alegrías, sin que en ningún momento percibieran en ella un atisbo de pena o malestar con su marido y presunto homicida. Los que la conocían la describen como una buena mujer, luchadora y fuerte, que tuvo que superar uno de los mayores golpes que te puede deparar la vida. Uno de sus cuatro hijos murió por enfermedad. Además de la compañía de sus nietos, la septuagenaria había encontrado en la lectura una forma de evadirse y seguir disfrutando de la vida. «Le gustaba mucho leer, nos intercambiábamos libros y ella los devoraba, podía estar leyendo varios a la vez», recuerda su sobrina Encarna.