Los forenses que realizaron la autopsia a los cadáveres de la jugadora holandesa de voleibol Ingris Visser y de su pareja Lodewijk Severein, muertos de forma violenta en una casa rural de Molina de Segura (Murcia) en mayo de 2013, dijeron ayer que ninguno de ellos tuvo la menor posibilidad de defenderse.

Durante una nueva sesión de la vista oral que desde el pasado 28 de septiembre se desarrolla ante un jurado popular en la Ciudad de la Justicia de Murcia, estos peritos señalaron que los cuerpos de Visser y Severein no presentaban signo alguno de que hubiera habido una lucha previa con los acusados ni que hubieran podido defenderse del ataque.

Esa apreciación puede tener especial incidencia a la hora de valorar los hechos como asesinato, y no como homicidio, como sostienen los abogados defensores.

En cuanto al objeto empleado para acabar con las vidas de la pareja, los forenses explicaron que debió ser romo y que fue utilizado con gran violencia, y señalaron que el arma utilizada pudo ser un jarrón, aunque este debía ser de gran solidez, dados los destrozos que los golpes produjeron en la cabeza de Visser y en la de Severein.

Sobre esas lesiones en los cráneos, declararon que muchas de ellas, de forma aislada, eran mortales de necesidad, para añadir que los golpes debieron haber sido dados en un corto espacio de tiempo En cuanto al número de autores, aseguraron que en el escenario del crimen debió haber varios individuos, aunque, a continuación, al responder a una pregunta del abogado defensor de uno de los acusados, Constatin Stan dijo que los otros dos procesados, Juan Cuenca y Valentin Ion, habrían sido suficientes, «pero caben también otras posibilidades».

En la sesión de ayer intervino también una doctora del hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia que atendió a Cuenca al poco de ser detenido y que observó que presentaba un color rojizo en las manos, compatibles con haber estado en contacto con algún producto abrasivo.