Cruce de acusaciones y confesiones repentinas en el juicio por el doble crimen de la jugadora de voleibol Ingrid Visser y su pareja Lodewijk Severin, cuyos cuerpos aparecieron descuartizados enterrados en cal viva en un huerto de limones de Murcia en mayo de 2013. Uno de los acusados de ser autores materiales del crimen, Valentín Ion, reconoció ayer durante la tercera sesión de este juicio que se celebra en la Audiencia de Murcia que fue él quien mató a golpes a ambos tras un enfrentamiento. A la vista de esta declaración, el exgerente del club de voleibol en el que jugaba Visser y considerado como presunto cerebro del crimen, Juan Cuenca, ha pedido volver a declarar para cambiar por completo su testimonio y confesar que pagó a Valentín Ion 1.200 euros para que los matara al sentirse amenazados por ellos.

En la tercera sesión del juicio, Ion Valentín Ion señaló que mató a la pareja a puñetazos, patadas y usando un cenicero y un jarrón que había en la casa rural donde se cometió el doble crimen, lugar que había alquilado, Juan Cuenca.

Ion reconoció también que Cuenca le entregó 1.200 euros, pero negó que lo hiciera con el encargo de dar muerte a los holandeses sino para compensar su traslado a Murcia desde Valencia, que le iba a suponer que dejara de trabajar unos días. Señaló que él mismo se ocupó, una vez que comprobó que tanto Visser como su pareja estaban muertos, de proceder a desmembrar sus cuerpos con una motosierra y con el hacha que le había proporcionado Juan Cuenca.

Comentó que varias partes de los cuerpos fueron introducidas en bolsas de basura que habían comprado poco antes en un bazar chino, y otras envueltas en mantas y en un mantel que cogieron en la propia casa rural de Molina de Segura. Por otra parte, señaló que cuando cometió los dos crímenes Constantin Stan, investigado también como autor material del doble crimen, estaba en la planta superior de la casa y no tuvo conocimiento de lo que ocurría. También exculpó al cuarto acusado, Serafin de Alba, dueño del huerto donde fueron enterrados los cadáveres, ya que -declaró- lo conoció cuando ambos coincidieron en la prisión de Murcia a la que fueron conducidos tras ser detenidos.

Aunque Juan Cuenca ya había declarado durante una hora y media, tras lo relatado por Ion, pidió volver a comparecer para cambiar su testimonio. Así, aunque mantuvo que pagó dinero a Valentín Ion para matara la pareja, al sentirse amenazado por ellos, ya que «era su vida o la mía».

Cuenca volvió a sorprender a los allí presentes al poner de manifiesto que la figura de Danko, esa persona a la que acusó de las muertes y que apareció en su declaración un año después de estar detenido y cuyo paradero y existencia no se había podido demostrar, no existía. Minutos antes había descrito y relatado que fue Danko y Valentin Ion quienes mataron y descuartizaron a la pareja y les pegaron con objetos contundentes que llegaron a destrozarle los rostros y los metieron en bolsas de basura. También explicó que no había denunciado con anterioridad la existencia de Danko porque tenía miedo, ya que le dijo que «si contaba lo que había pasado me ocurriría lo mismo que a Visser y Lodewijk».

Tras este testimonio, cuando se ha reanudado la tercera sesión de la vista oral pidió al juez que quería cambiar su declaración para constatar que Danko nunca había existido, ni nunca existió una reunión en el polígono industrial La Polvorista de éste y Severin, ni fue a recogerlo al aeropuerto ni era conocido de la víctima. La nueva versión es que fue Ion quien, a golpes, a acabó con la vida de la pareja holandesa el 13 de mayo en la casa rural que habían alquilado en Molina de Segura.

Constantin Stan, otro de los dos presuntos autores materiales, aseguró ayer que solo colaboró en limpiar la casa rural en la que se cometieron los crímenes y en enterrar los cadáveres.Stan declaró que estaba durmiendo y que al bajar al salón porque se acordó de que había olvidado su teléfono en la cocina, se encontró con los dos cadáveres, por lo que le preguntó a Valentin Ion qué había pasado, y este le dijo que se había producido una discusión entre Severein y Juan Cuenca, y que tuvo que intervenir en defensa de este. Señaló que al ver la situación, intentó irse de la casa, pero no pudo hacerlo porque estaba cerrada y con ventanas enrejadas y porque Cuenca «comenzó a llorar» y le dijo que si no colaboraba con ellos y limpiaba la casa, «buscaría una pistola para suicidarse».