Todo estaba listo para celebrar el funeral de un joyero jubilado de 83 años el pasado sábado en el cementerio municipal de Paterna después de que el médico certificara su muerte por causas naturales en una residencia de la localidad. No obstante, la denuncia de unos familiares ante las sospechas de que pudiera haber sido envenenado por su propia hija, quien padece un trastorno mental, paralizó el sepelio y el juzgado ordenó el inmediato traslado del cadáver al Instituto de Medicina Legal de Valencia para realizarle la pertinente autopsia judicial.

Fuentes del Tribunal Superior de Justicia confirmaron ayer que el Juzgado de Instrucción número dos de Paterna ha abierto diligencias tras recibir la citada denuncia, pero que el caso se encuentra a la espera de recibir el informe definitivo de la autopsia. Los resultados podrían tardar varios meses ya que se han enviado muestras al Instituto de Toxicología de Barcelona para saber si su organismo presenta sustancias tóxicas en un grado tal que la causa del fallecimiento sea compatible con una posible muerte violenta de etiología homicida, según ha podido saber este diario.

El octogenario convivía con su única hija, de unos 42 años, en una vivienda de Casinos. Según fuentes próximas a la familia del fallecido, ésta presenta una enfermedad mental y está bajo medicación. Hace aproximadamente un mes los vecinos alertaron a la Guardia Civil tras escuchar una acalorada discusión entre padre e hija y después de comprobar las malas condiciones en las que se encontraba el anciano, con signos de desnutrición, éste fue ingresado en un centro hospitalario. Tras permanecer una semana en el hospital Arnau de Vilanova, los sobrinos optaron por trasladarlo a una residencia de Paterna donde finalmente falleció el pasado viernes 12 de agosto.

En un primer momento el médico certificó su muerte por causas naturales, aunque miembros de la familia no quedaron conformes con este diagnóstico y presentaron una denuncia en el Juzgado de Instrucción número dos de Paterna ante las sospechas de que su fallecimiento podría estar vinculado con los cuidados que estuvo recibiendo por parte de su hija, incluso apuntando una posible «intoxicación intencionada». La desconfianza de los familiares se centra en el hallazgo de anfetaminas en una de las últimas analíticas realizadas al octogenario. Sin embargo, cabe la posibilidad de que el anciano se tomara por error medicación destinada para el tratamiento de su hija.