Krisztina Szabo, de 43 años y natural de Hungría, llevaba muchos años residiendo en Benicàssim y trabajaba en un centro de mayores del municipio. Como indicaron sus vecinos, Krisztina era «una buena chica» y muy sociable. «Tenía amigas y solía ir con los niños a jugar a la plaza». Una vecina explicó que «era una mujer espectacular, totalmente integrada, nunca se quejaba de nada y tampoco decía una palabra más alta de lo normal». Era auxiliar de enfermería y trabajaba desde hacía tiempo en una residencia de ancianos. Además, era muy aficionada al deporte e incluso participaba en carreras populares. También era amante de las actividades al aire libre. a. t.