María Alandi, de 86 años, volvía de asistir a misa, como cada día, en la Iglesia de San Luis Bertrán de Torrent (Valencia). La mujer se disponía a entrar en su casa, ya tenía puesta la llave en la cerradura, cuando un desconocido la abordó y trató de arrebatarle de un tirón el bolso que llevaba colgado al hombro. La anciana se resistió con la energía de la que hacía gala a diario -pues pese a su edad todos coinciden en señalar que era una persona muy activa- y durante el forcejeo su agresor la golpeó y la tiró al suelo. El ladrón huyó del lugar dejándola inconsciente y gravemente herida con un derrame cerebral.

Los peores presagios se hicieron realidad y los médicos confirmaron ayer a la familia que la mujer se encuentra clínicamente muerta y su estado es irreversible.

«No hay ninguna posibilidad, su corazón ya ha dejado de latir, ahora solo podemos esperar y despedirnos de ella», reconocía con dolor y resignación una hija de la octogenaria desde el Hospital General de Valencia donde la mantienen conectada a la vida con una máquina. La anciana, vecina de Torrent y muy apreciada por los más longevos del municipio, deja tres hijos, seis nietos y cuatro bisnietos.

La Policía Nacional detuvo a su presunto agresor en las inmediaciones apenas pocos minutos después de huir del lugar. Según las fuentes consultadas, el arrestado, de nacionalidad española, tiene numerosos antecedentes y acababa de salir de prisión cuando cometió este nuevo robo con violencia que podría transformarse en un delito de homicidio cuando el juzgado certifique la muerte de la anciana.

Los hechos ocurrieron en torno a las 20.15 horas del pasado viernes en la calle Reyes Católicos, a la altura del portal de la planta baja donde vivía sola la víctima desde que enviudó hace tres años. La anciana acababa de regresar de misa. Los que la conocen la describen como una mujer muy «católica, pacífica, que nunca se metía con nadie y siempre tenía un buen gesto para todo el mundo».

Cuando estaba a punto de abrir la puerta de su domicilio, un joven, sin camiseta y con un tatuaje, según la descripción dada por los testigos, la abordó por la espalda y trató de arrebatarle el bolso de un tirón. «Se creía que portaba dinero encima pero lo único que llevaba mi madre eran unas monedas de jugar al bingo en el hogar del jubilado y un abanico», explicaba la hija de María.