Era el principal sospechoso de un doble crimen en Valencia y durante las últimas semanas la Policía estaba estrechando el cerco sobre él. Ayer se presentó en la Comisaría de Alicante para confesar que él era el asesino y que estaba muy arrepentido. De esta manera, la Policía arrestó ayer al presunto autor del crimen de Juan Carlos y Araceli Oliva, dos hermanos, de 79 y 75 años de edad, que aparecieron estrangulados en su domicilio en la calle Císcar de Valencia. La autopsia confirmó que su muerte pudo haberse producido 20 días antes. La investigación apuntaba a que el autor del crimen era la persona que les cuidaba y que el móvil pudo ser económico.

El sospechoso no dio ninguna explicación sobre los motivos que le llevaron a matar a sus dos víctimas. Poco después de las 17.00 horas de ayer entró en la Comisaría alicantina asegurando que había cometido un doble asesinato y que quería entregarse. Las mismas fuentes precisaron que estaba muy arrepentido por lo que había ocurrido y que los remordimientos no le dejaban dormir. Las fuentes consultadas por este diario desconocían qué relación tenía el fugitivo con la provincia, aunque desde que aparecieron los cadáveres los investigadores sospechaban que se había llevado el coche de sus víctimas. El arrestado tendrá que ser ahora trasladado a Valencia para pasar a disposición del juzgado que investiga los crímenes.

Juan Carlos y Araceli Oliva Bellido, de 79 y 75 años, fueron encontrados sin vida en el número 54 de la calle Císcar el domingo 22 de mayo. No obstante, su muerte se habría producido un mes antes, pero el asesino trató de retrasar al máximo el hallazgo de los cadáveres camuflando el olor que producen los cuerpos en descomposición con toda clase de artimañas. Por un lado envolvió los cuerpos en sacos de dormir y los empaquetó con cuerdas, los cubrió con una alfombra, colocó una gruesa capa de sacos de arena para gatos sobre los cadáveres y además llenó la habitación de ambientadores. Antes de irse, puso un candado en la puerta de la habitación por fuera y cerró perfectamente con llave la de la vivienda.

Además puso un dispositivo en la puerta, tipo detector de movimiento, para saber si los cadáveres de sus víctimas eran encontrados. De hecho, después de cometer sus crímenes regresó varias noches a la vivienda, según demuestran los testimonios de varios vecinos recabados en su día por este periódico, quienes aseguraban haber escuchado pisadas en la casa cuando ya llevaban varios días muertos los dos hermanos.

Una vecina lo vio salir de la casa de sus víctimas semanas antes de que encontraran los cuerpos sin vida de los septuagenarios, pero cuando ya el mal olor hacía acto de presencia, y el sospechoso le dijo que Juan Carlos y Araceli se habían ido a pasar una temporada en Pamplona. Era la misma persona que llevaba rondándolos desde hacía meses y que ayer por la tarde se entregó, supuestamente arrepentido, en la Comisaría de Alicante.

Supuesta amistad

Juan Antonio D. R., de 49 años, llevaba aparentemente una vida tranquila y familiar de puertas para dentro. Casado y con un hijo de 23 años este vecino de Valencia desapareció de su domicilio poco antes de que fueran hallados los cuerpos de sus víctimas. Sin embargo, durante semanas combinó estas obligaciones familiares con sus visitas al lugar del crimen para comprobar que sus artimañas para ocultar el hedor de la putrefacción de los cuerpos estaban siendo eficaces.

El ahora detenido tenía formación militar después de su paso por Palma de Mallorca. Además había trabajado como vigilante e incluso se presentó a unas oposiciones para Policía Local. El sospechoso no tenía un trabajo estable y atravesaba problemas económicos. Para Juan Antonio ambos hermanos suponían una fuente de ingresos interesante, de ahí su acercamiento a ellos. Él ayudaba y acompañaba a los septuagenarios y a cambio de su supuesta amistad logró que le prestaran 18.000 euros. El problema surgió cuando éstos comenzaron a reclamarle lo que era suyo y éste decidió presuntamente acabar con sus vidas.