«Puedes convalidar tus estudios pero tendrás que pagar peaje». Frases como ésta han provocado una condena de un año de cárcel a un inspector de la Conselleria de Educación por acosar una joven colombiana, a la que exigía sexo a cambio de que darle la documentación que le permitiría revalidar sus estudios de Bachillerato para seguir con la Formación Profesional en España. La mujer no accedió a sus peticiones, pero aún así el procesado siguió llamándola para que fuera a su despacho y que «se bajara las bragas». El juicio se cerró con una conformidad entre las acusaciones y la defensa. Según la sentencia de la Audiencia Provincial de Alicante, el funcionario reconoció los hechos el día del juicio y ha sido condenado por un delito de solicitudes sexuales realizadas por un funcionario público. La pena supone la inhabilitación absoluta del inspector durante seis años.

Al carecer de antecedentes penales y haber indemnizado a la víctima, la condena de cárcel ha sido sustituida por una multa de 2.920 euros, según argumenta el fallo.

Los hechos ocurrieron el 3 de julio de 2013 en las oficinas de la Conselleria de Educación de la Generalitat en la calle Carratalá de Alicante, donde el acusado, de iniciales R.B. S., ocupaba el cargo de inspector de Educación. La mujer, de nacionalidad colombiana, acudió a las dependencias para tramitar un expediente para convalidar los estudios de Bachillerato en su país de origen y poder acceder al grado superior de Formación Profesional en España.

Según declara probado el fallo, el acusado la hizo pasar al despacho y tras iniciar la conversación le dijo que cerrara la puerta, momento en que empezó a hacerle proposiciones sexuales. Para convalidar los estudios tendría que pagar peaje, ya que «para conseguir plaza tendría que revisarle las notas y para eso tendría que mantener relaciones sexuales con él», según explica el fallo, que añade que el acusado comenzó a exigir a la víctima que se bajara las bragas, le enseñara las «tetas» y le preguntara si iban a «follar». La reacción de la mujer fue la de ponerse muy nerviosa y tratar de marcharse del despacho, ante lo que el inspector le replicó que «no era para tanto» y que «no le había hecho nada».

La mujer se marchó de allí pero, según sigue relatando la sentencia, el acusado la llamó al teléfono móvil para decirle que volviera a por una documentación. Al regresar, la dijo que pusiera el pestillo y se bajara las bragas y ésa sería la señal de que la ayudaría con su solicitud, que le conseguiría la plaza si hacía lo que pedía. La mujer volvió a recibir una llamada del procesado diciéndole que había conseguido una plaza en un centro de la Cruz Roja en Alicante, pero que estaba condicionado a que se acostara con él tres veces en su oficina, porque no tenía ningún sitio dónde llevarla, dice el fallo.