La Guardia Civil ha detenido a cinco personas en Novelda, Catral, Sant Joan d'Alacant y Alicante por su presunta pertenencia a un grupo organizado que se dedicaba a la distribución por internet de zapatillas y complementos falsificados de prestigiosas marcas deportivas. Los arrestados son una mujer y cuatro hombres, todos de nacionalidad española y de entre 26 y 60 años. Los perjuicios ocasionados a las marcas podrían superar los 300.000 euros. Distribuían una media de 200 paquetes al mes por toda España e incluso al extranjero.

Las detenciones fueron realizadas por la Guardia Civil de Sant Joan después de ser alertada por los representantes de dos conocidas marcas de artículos deportivos de que podían estar vendiendo productos falsificados a través de la web «www.tendenciasurbanas.es».

Los agentes analizaron dos pares de zapatillas distribuidas por la mencionada wev y el informe pericial certificó que se trataban de falsificaciones, por lo se intensificaron las pesquisas para esclarecer los hechos. Según la Comandancia de la Guardia Civil, una empresa de Alicante se dedicaba a comercializar falsificaciones de calzado y complementos deportivos de marcas bajo el nombre «Tendencias Urbanas». Los implicados adquirían por internet a distribuidores chinos productos de baja calidad y a un coste muy inferior al original.

Los productos falsos los ofertaban a través de redes sociales, internet y folletos impresos que repartían en buzones de varios municipios de la provincia, mientras que la venta se formalizaba a través de su web como si se tratara de artículos originales. Para generar confianza y garantizarse futuras ventas hacían un seguimiento de los envíos hasta su entrega a los clientes.

La empresa funcionaba de forma irregular y contaba con cinco personas con diferentes funciones diferencias, entre otras conseguir proveedores y captar clientes.

La Guardia Civil pudo identificar y detener a los cinco presuntos implicados. El grupo operaba desde un domicilio de Novelda, en el que se incautaron de 40 pares de zapatillas faslificadas, ordenadores, tabletas electrónicas, teléfonos y documentos sobre la actividad delictiva.

El cabecilla era un hombre de 33 años, quien junto a su novia, de 26 organizaban y gestionaban la empresa.