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Forenses en la limpieza de la sangre

Nace la primera empresa de la Comunidad especializada en la desinfectar escenas de muerte violenta

Una vez la comisión judicial ha procedido al levantamiento del cadáver y cuando la policía científica ha culminado ya la inspección ocular de la escena del crimen, la puerta se cierra y tras su precinto quedan solo ya los restos de esa muerte violenta; salpicaduras de sangre, guantes tirados por el suelo y en muchos casos ese hedor a putrefacción que se extiende al resto de viviendas próximas. «Mucha gente se cree que es la funeraria la que se encarga de limpiarlo todo pero ellos sólo hacen el servicio de recogida del cadáver y cuando los familiares vuelven al lugar no saben realmente qué hacer. Para eso estamos nosotros, para limpiarlo todo cuando se marchan los de 'CSI'», explican fuentes de ALEF, la primera empresa de la Comunidad especializada en limpiezas forenses.

Este trabajo de desinfección en lugares donde ha yacido un cadáver se dio a conocer hace ya años en los Estados Unidos. A través del cine y la televisión esta profesión cruzó el charco y desde entonces hasta hoy se ha ido implantando en algunas provincias españolas como Madrid, Barcelona o Sevilla, hasta llegar hace dos meses a tierras valencianas de la mano de ALEF, una empresa afincada en el polígono de Massanassa, y que opera en toda la Comunidad.

«La idea surgió cuando hace dos años nos llamaron para hacer este tipo de limpieza tras un suicidio», explica Begoña Rodrigo, gerente de ALEF y que ya entonces tenía una empresa de limpieza general. Aunque en aquel entonces consideró que «no era el momento oportuno porque no estábamos preparados», se percató de que alguien tendría que cubrir en la Comunidad esta necesidad. Así, el pasado mes de enero, un cliente volvió a solicitar sus servicios y en esta ocasión decidieron aventurarse en este nuevo proyecto.

Para ello, Rodrigo sostiene que han formado a su personal tanto en técnicas de limpieza de choque «como a nivel psicológico porque van a ver escenarios de muertes violentas, algunos de ellos muy fuertes». Desde suicidios a homicidios, pasando por cadáveres en estado de descomposición a viviendas de personas con síndrome de Diógenes.

Del mismo modo insiste en que trabajar sin saber o con los equipos inadecuados «es un riesgo». «Existen muchos factores que pueden dañar a la persona que realiza ese tipo de limpieza, principalmente bacteriológicos porque tratas con residuos», explica la responsable de ALEF. Además no sabes con qué te vas a e encontrar y si la sangre puede estar infectada», apuntaba Verónica, trabajadora de la empresa.

Para ello cuentan con trajes especiales, similares a los de anticontagio de ébola, botas reforzadas de goma de silicona, guantes dobles y mascarillas con filtros. Además, para combatir el hedor con el que deben de convivir durante las horas de trabajo, cada operario tiene sus trucos como colocarse «Vicks VapoRub» en las fosas nasales.

Las manchas de sangre no suponen problema alguno para ellos, pero en casos donde han pasado más de 48 horas y los fluidos del cadáver ya se han filtrado a las paredes es posible que los malos olores vuelvan a salir con el tiempo si no se hace la limpieza adecuada. Para evitar esto colocan máquinas que limpian el aire y matan todo tipo de bacteria. «Una vez hemos realizado la limpieza se practica una desinfección con nuestra máquina de ozono y la estancia queda como si fuera un quirófano».

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