Una violenta discusión pudo causar la muerte del hombre cuyo cadáver apareció descuartizado en julio del año pasado en el interior de dos maletas que flotaban en las lagunas de Rabasa de Alicante, según pudo confirmar este diario en fuentes policiales.

El violento crimen se ha esclarecido nueve meses después tras una minuciosa investigación sobre la que aún hay secreto de sumario.

La Policía Nacional detuvo el lunes a cuatro personas por su presunta relación con el crimen. Los arrestados son un ciudadano ruso, su novia, de la misma nacionalidad, y otras dos personas de nacionalidad ecuatoriana. Todos ellos residían en el barrio del Pla de Alicante, donde pudo cometerse inicialmente el crimen. El primero ha sido detenido en concepto de autor y los tres restantes como cómplices y/o encubridores. Los sospechosos pasarán hoy a disposición del juzgado de guardia de Alicante.

El considerado autor material del mismo tiene antecedentes por actos violentos aunque no relacionados con ningún delito de sangre. Los investigadores sostienen que el crimen se cometió en Alicante y que desde allí trasladaron el cadáver hasta los alrededores de las lagunas de Rabasa, donde la Policía lo localizó tras ser alertada por unos jóvenes que se bañaban y llamaron al 112 al ver las maletas.

La investigación apunta a que el hombre murió a golpes como consecuencia de la pelea y después fue troceado con el fin de que el presunto autor material del crimen pudiera deshacerse del cadáver. Al persistir todavía el secreto del sumario por estas investigaciones, y por tanto no saber qué indicios hay sobre cada uno de los detenidos, la estrategia de éstos fue la de guardar silencio y acogerse a su derecho a no declarar. A lo largo de la mañana de hoy está previsto que los cuatro detenidos pasen a disposición del juzgado de guardia de Alicante.

La identificación del cadáver, un hombre de nacionalidad búlgara, ha sido la madeja que ha ido desenredando la Policía para poder dar con los presuntos autores del crimen. Una labor muy complicada, dada la dificultad de poder sacar alguna huella dactilar válida dado el avanzado estado de descomposición en el que se encontraba.

Hecho al que tampoco ayudaba el que la víctima estuviera totalmente desnuda e indocumentada. Motivo por el que otra de las líneas de investigación fue ir buscando en las bases de datos de personas desaparecidas. Durante el pasado verano, los investigadores pudieron dar con la identidad del cadáver y han obrado con sumo sigilo para evitar dar pistas a los sospechosos que les permitieran eludir la acción de la Justicia.

Una vez que se le pusieron nombre y apellidos a los resto mutilados se han ido encajando las piezas del puzzle, viendo con qué personas se relacionaba y quiénes podrían haber querido acabar con su vida. El móvil o el detonante del crimen no ha trascendido, aunque la principal hipótesis de la investigación es que una brutal pelea acabó con la vida de la víctima. Tras trocear el cadáver en dos bolsas de viaje y arrojarlas a las lagunas de Rabasa, los presuntos asesinos pensaban que se habían deshecho de todas las pruebas.

En el momento en que los restos fueron encontrados, todo apuntaba a que éstos llevaban semanas flotando en el agua, ya que los jóvenes que realizaron el descubrimiento, que eran asiduos de la zona ya que se bañaban habitualmente en este paraje, explicaron en su día que las bolsas estaban en la laguna desde antes de las Hogueras, dentro del agua entre un carrizal, y desprendían un fuerte olor por la descomposición. El crimen conmocionó el pasado verano a la ciudad, mientras que los equipos forenses tuvieron que estar trabajando en las lagunas de Rabasa durante dos días, a fin de que no se escapara ninguna prueba. En la segunda jornada y tras el examen de las dos bolsas los investigadores concluyeron que tenían todo el cadáver y no tenían que seguir buscando más bolsas.