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Lobos con piel de vecino

Son asesinos, traficantes de drogas, estafadores o pederastas. Vienen huyendo de sus países para eludir las condenas

Lobos con piel de vecino

Antonio Gallace llevaba más de un año viviendo en un chalé de un municipio del sur de Castellón, completamente camuflado y bajo identidad falsa. Le estaba saliendo bien la jugada. Italia lo buscaba, como miembro de la temida 'Ndrangheta, la mafia calabresa, por extorsión y tenencia ilícita de armas. Quería meterlo entre rejas para hacerle cumplir una condena de 5 años que le impuso un tribunal de Milán, donde residía y desde donde controlaba, según la policía de su país, parte del flujo de la cocaína suramericana que entra por España para ir a parar a manos de la mafia en el norte de Italia. Cuando supo que debía ir a la cárcel, huyó y, como tantos otros, buscó suelo valenciano para ocultarse.

Pero los mafiosos también tienen su corazón. Gallace quiso celebrar su 46 cumpleaños rodeado de los suyos. Lo organizaron por teléfono, y la policia italiana escuchó que los parientes de Antonio iban a tomar un vuelo de Bérgamo hasta Valencia. El resto fue fácil. Un grupo de agentes de Crimen Organizado de la Udyco de Valencia y de la Squadra Mobile de la Polizia di Stato romana lo esperaron en el aeropuerto de Manises, adonde viajó desde Castelló en su lujoso todoterreno Land Rover para recoger a su familia a las 21.20 horas del 9 de marzo, el día anterior al aniversario. No le dio tiempo. Cuarenta minutos antes, cuando esperaba el ascensor, lo rodearon y apresaron. No opuso resistencia. Dio por hecho que sus días de huida acababan de terminar. Al menos por esta vez.

Gallace es el último detenido, por ahora, de una larga lista de prófugos que eligen la Comunidad Valenciana para escapar de las justicias de sus países. El año pasado, sólo la Guardia Civil capturó a 115 en toda España, 17 de ellos en territorio valenciano; la mayoría (14), en Alicante. Las razones son obvias. Lo explica el oficial jefe del Grupo de Huidos de la Justicia de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil: «No es que España sea un santuario seguro, es que brinda magníficas oportunidades, sobre todo la Costa del Sol y la valenciana. Hay grandes colonias de extranjeros, muchísimo turismo y casas diseminadas y muchas veces aisladas que les permiten pasar desapercibidos».

El camuflaje es perfecto. «Imagínate un ruso en un pueblo de Burgos... Tardaríamos muy poco en saber de su existencia. Pero en la costa de Málaga o en Torrevieja pueden ocultarse perfectamente. Hay gestorías, supermercados, restaurantes, abogados, inmobiliarias, bares y tiendas de telefonía regentados por y para rusos, por ejemplo. Ni siquiera necesitan entrar en contacto con españoles si no quieren».

Y así se convierten en lobos vestidos con piel de vecino inofensivo. Porque una vez aquí no delinquen. O no en España. La mayoría, sobre todo los grandes capos e incluso los mandos intermedios de grupos mafiosos rusos, ucranianos, georgianos, búlgaros, colombianos, mejicanos o de cualquier otra nacionalidad, siguen llevando sus negocios desde aquí. Como mucho, los amplían a nivel local blanqueando, pero no son vecinos molestos, de modo que no hay denuncias ni intervenciones policiales casuales.

Tras la huella del fugitivo

Así las cosas, sólo hay un modo de destapar su madriguera: investigando. La UCO creó ese grupo hace unos cuatro años, dando forma, identidad y nombre propio a algo que ya se venía haciendo desde mucho antes. La Policía Nacional también tiene su propio Grupo de Fugitivos de la Comisaría General, pero en el caso de Valencia, casi siempre asume esa labor el grupo de Crimen Organizado de la Udyco, que suele ser autosuficiente.

Los investigadores se nutren de distintas despensas. El alférez jefe del grupo de Huidos de la Justicia da unas pinceladas. «A veces, los detectan investigadores de la Guardia Civil dentro de investigaciones propias por narcotráfico, blanqueo, prostitución, tráfico de armas, etcétera. Otras, a través de enlaces policiales de las embajadas con sede en Madrid. Pero en la mayoría de las ocasiones, se busca a estos huidos a partir de peticiones que llegan a través de dos canales oficiales imprescindibles como son Interpol y el programa Sirene». Este último, de ámbito europeo, es el buzón donde dejan policías de toda la Unión sus OED, las órdenes europeas de detención, para que cualquier agente pueda consultar con garantías y rapidez si la persona a la que intentan identificar o el coche que conduce está reclamado por un servicio policial o un juez de alguno de los 28 estados miembro.

Asesinos, narcos, estafadores...

No hay un prototipo de delincuente fugitivo. Obviamente, el ansia por poner tierra de por medio es directamente proporcional a la gravedad del delito y la amplitud de la pena. Por eso, en el haber de la Guardia Civil y de la Policía Nacional hay varios detenidos por asesinato, la infracción más grave. Es el caso, por ejemplo, del argentino José Mauricio Q. I., de 40 años. Fue apresado por la Guardia Civil en noviembre pasado en la autovía A-3, a la altura de Requena, cuando se dirigía a un pueblo de Cuenca para montar su puesto de venta de almendras en el mercadillo local. Desde hacía casi cinco años vivía oculto en Vila-real y había rehecho su vida con una peluquera castellonense que le daba toda la cobertura que precisaba para eludir la condena que le esperaba en su país por un crimen cometido ocho años y medio antes.

Una OED fue también lo que llevó a los agentes de la UCO a la detención en Ondara del exconcejal del PP de Rugat Guillermo Boscà, que actualmente cumple ocho años de cárcel en Alemania por intentar matar a golpes y con un cuchillo al actual novio de su expareja. Guillermo condujo desde Ondara hasta Wipperfürth (Renania del Norte-Westfalia) casi sin parar para adelantarse a Karolin, su exnovia, y atacar a la nueva pareja de ésta, Cristian, antes de que la chica se reuniese para siempre con él. Sólo la fortuna impidió que Cristian muriera: una vecina lo encontró malherido de madrugada, tirado en un campo. Es uno de los pocos casos en que el grupo de Huidos de la UCO ha arrestado a un español para que se extraditado a otro país.

Dejando atrás un cadáver también huyeron y fueron apresados en tierras valencianas el kosovar Adnon Jashani (mayo de 2013), el albanés Dritan Coku (julio de 2013) o el belga Eric Foerster (febrero de 2015). Los tres acabaron entre rejas gracias a investigaciones del grupo de Crimen Organizado de la Policía Nacional de Valencia. El primero, acusado de ejecutar de un tiro a su mujer en Kosovo (fue y vino en un viaje relámpago con la única finalidad de asesinarla), fue capturado en un locutorio que regentaba en la calle Ramiro de Maeztu, en Valencia. Coku, autor de un asesinato por un ajuste de cuentas en Florencia, cayó en Alicante, donde se había refugiado tras quedar en silla de ruedas tras un tiroteo con la policía en Marbella. Y Foerster fue arrestado en febrero de 2015, 24 años después de haber dado muerte a un taxista de dos tiros en Lieja, una madrugada de enero de 1991. Cuando lo detuvieron, sobrevivía como indigente en las calles del centro de Valencia y todo su mundo cabía en la mochila que llevaba al hombro.

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