Las tres acusadas, culpables del asesinato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco. El jurado popular del juicio por el crimen de la dirigente de PP declaró ayer responsables de asesinato en concurso ideal con un delito de atentado a la autoridad y tenencia ilícita de armas a Montserrat González, a su hija Triana Martínez y a la policía local Raquel Gago.

Tras la lectura del veredicto de culpabilidad, el fiscal del caso, Emilio Fernández, reclamó 22 años de cárcel para Montserrat González y para su hija, 19 por el asesinato en concurso ideal con un delito de atentado a la autoridad y 3 por tenencia ilícita de armas. En el caso de Raquel Gago, el fiscal rebajó la petición de pena a 12 años por los mismos delitos, aunque ha tenido en cuenta alguna de las atenuantes planteadas por su defensa. Ahora el magistrado redactará el fallo y decidirá sus condenas.

El jurado ha tenido que responder a las 84 preguntas que les trasladó el presidente del tribunal, Carlos Álvarez, para basar su veredicto. En el caso de Montserrat González y Triana, el jurado ha visto probado por unanimidad todas las cuestiones que implicaban a madre e hija en los tres delitos de los que estaban acusadas.

Por lo que respecta a Gago, el jurado la ha calificado como culpable de los tres delitos por mayoría de siete de los nueve miembros que lo conformaban. En su caso, el fiscal pide para ellos siete años menos al considerar probada su participación en el asesinato aunque de forma «no esencial». Raquel Gago «conoció los propósitos homicidas de las otras dos acusadas y aceptó formar parte del plan urdido por estas para matar a Isabel Carrasco» y también que «supo y aceptó que Montserrat se acercaría a la víctima para matarla».

También han considerado probado que «en cumplimiento de un plan previo y conjunto», Raquel Gago, «apenas una hora antes de que se ejecutase la muerte de la víctima, se reunió con las otras dos acusadas para concretar los detalles finales de dicho plan».

El jurado también cree probado que Raquel Gago estacionó su vehículo en el lugar acordado y se mantuvo a la espera de que Triana le entregase el bolso donde estaba el revolver «con el fin de ocultarlo». Además ha influido en la rebaja de petición de pena el hecho de que Gago entregara el arma en la comisaría de León treinta horas después del asesinato. Igualmente, el jurado considera como un hecho «no probado» que su asesina confesa, Montserrat González, sufra algún tipo de enfermedad mental, tal y como sostiene un informe psiquiátrico encargado por su defensa.

Por otra parte el jurado considera que no cabe suspensión de la pena en el caso de Montserrat, mientras que para Triana uno de sus miembros se ha mostrado a favor y ocho en contra. En el caso de Raquel, ha obtenido cuatro votos a favor y cinco en contra de este supuesto. En su veredicto, el jurado ha precisado que Isabel no tuvo ninguna opción de defenderse porque los disparos que le causaron la muerte fueron efectuados por la espalda y de forma sorpresiva. También ha considerado que Montserrat utilizó prendas, como un foulard, una parca y gafas de sol, para ocultarse en el momento de cometer el crimen y no ser reconocida.

Testimonio clave

El testimonio del policía jubilado Pedro Mielgo, testigo presencial del crimen que propició la detención de las sospechosas, ha sido clave a la hora de que el jurado considerase a Triana Martínez culpable de asesinato. Este policía había desmontado durante el juicio con su declaración la versión de los hechos que ofreció Montserrat González, quien aseguró ante el tribunal que arrojó al bolso con el arma a la entrada de un garaje nada más abandonar la pasarela donde disparó contra Carrasco.

El policía sostuvo que mientras la siguió llevaba el bolso y que cuando la perdió en la plaza del Colón todavía estaba en su poder, aunque al volver a verla unos minutos después ya se había deshecho de él. La importancia de su declaración radicaba en que la defensa de González y de su hija pretendía demostrar que la segunda recogió el bolso que vio tirar a su madre sin saber que había matado a Carrasco, porque no había ningún plan urdido, ni conocía la intención de su madre de acabar con la vida de la dirigente política.

Por el contrario, la fiscalía siempre ha sostenido que la madre entregó el bolso a su hija para que escondiera el arma porque habían preparado previamente un plan para matar a Carrasco, en el que también estaba implicada Gago.