Más de 300 llamadas en un mes para pedir a su expareja que volviera, persecuciones en la calle cada vez que iba a llevar a los niños al colegio, o presentarse por sorpresa, tanto en casa como en el lugar de trabajo. Ésta es la situación de acoso que una mujer de Alicante ha denunciado haber sufrido y por la que la Fiscalía ha reclamado penas que suman dos años y tres meses de prisión, según el escrito de acusación al que ha tenido acceso este diario. Fuentes del ministerio público explicaron que la última reforma del Código Penal Código Penal que entró en vigor el pasado verano ha creado este nuevo delito, que permite perseguir este tipo de conductas.
El acusado contaba con antecedentes por malos tratos y amenazas en el ámbito familiar y finalizó la relación con su pareja en agosto de 2014, con quien tenía un hijo en común. La mujer tenía además otra hija de una pareja anterior. Tras la ruptura de la relación, ella siguió viviendo en Alicante con sus hijos y él se marchó a otra provincia en busca de trabajo. La pesadilla comenzó en septiembre del año pasado, cuando el acusado regresó a Alicante y empezó a llamarla con el objetivo de retomar la relación.
La Fiscalía considera que a partir de ese momento el procesado empezó a llevar a cabo diversas acciones hacia su víctima «que la perturban y le impiden el desarrollo de una vida dentro de los parámetros de la normalidad». En tan sólo un mes, realizó más de 300 llamadas al teléfono de la víctima, sin importarle si era de día o de noche. También se presentaba en el domicilio y en el centro de trabajo de la acosada y la perseguía en los trayectos que realizaba para llevar a su hijo al colegio o al trabajo y también a la vuelta, relata el escrito de acusación. La situación llegó a tal extremo que la mujer pidió la ayuda de familiares y sus compañeros de trabajo para que la acompañaran en sus desplazamientos por temor a encontrarse con su expareja.
El escrito de acusación relata dos incidentes que muestran la virulencia del acoso. Así, a las 23.30 horas del 26 de septiembre de 2015 el acusado se presentó en la casa de la víctima llamando insistentemente en la puerta, que no le abrió. Sin embargo, el acusado optó por esperarla en la escalera y, cuando ella salió horas después, le dijo: «como te vea con otro, te mato. No vales para nada». Asimismo, la noche del 7 al 8 de octubre, el acusado estuvo llamando durante toda la noche al teléfono de su expareja y como ella no le contestaba se presentó de nuevo en la casa, donde el hijo de cuatro años de edad, le abrió la puerta. En la casa, el procesado sometió a un interrogatorio ala mujer sobre su vida, al tiempo que hizo amago de darle una patada, algo que ella pudo esquivar. Tras marcharse de la casa, a la mañana siguiente, el acusado ya estaba esperándola en la puerta para seguirla al colegio y al trabajo.
El fiscal considera los hechos constitutivos de delitos de acoso en el ámbito familiar y amenazas de carácter leve por los que pide penas de 18 y 9 meses de prisión respectivamente, así como una orden de alejamiento de cinco años de la víctima. Durante ese tiempo, no podrá acercarse a ella a una distancia inferior a 500 metros, ni comunicarse con ella por cualquier medio. La reforma del Código Penal prevé penas de tres meses hasta dos años de cárcel para aquellas personas que acosen a otras «de manera insistente y reiterada y sin estar legítimamente autorizado». Entre los supuestos recogidos en el Código Penal se encuentra el vigilarla y buscar la cercanía física; intenten establecer contacto con ella a través de cualquier medio. En el presente caso, además del atosigamiento constante, el procesado habría llegado a amenazar también a su expareja. Algunos de estos incidentes llegaron a ocurrir en presencia del hijo menor que la pareja tenía en común, según el relato de la Fiscalía en su escrito.
