La Audiencia Provincial de Alicante ha condenado a 14 años de prisión y cinco años de libertad vigilada a un vecino de Alcoy por abusar sexualmente de dos de sus tres hijas, menores de edad, durante nueve años aproximadamente. El acusado, para quien el fiscal había pedido una pena de 20 años de prisión, deberá pagar sendas indemnizaciones de 50.000 y 70.000 euros a las dos hijas víctimas de los abusos, con las que no podrá comunicarse durante diez años. El abogado defensor, José Manuel Yepes Rodríguez, anunció ayer a este diario su intención de presentar un recurso contra la sentencia ante el Tribunal Supremo.

Según los hechos declarados probados en la sentencia dictada por la Sección Décima, el acusado, de 42 años, vivió en varios domicilios de Alcoy y durante cuatro años residió con su familia en una masía alcoyana, donde trabajaba como guarda y se encargaba del mantenimiento. La madre de las niñas trabajaba como limpiadora de 13 a 16 horas diarias, por lo que el padre era quien estaba más tiempo con sus hijas.

Los abusos se iniciaron en una fecha próxima a 2004, cuando tenían las menores 7 y 8 años de edad, y se prolongaron hasta junio de 2012, cuando se presentó la denuncia tras instarlo el novio de una de las víctimas.

La sentencia recoge que el procesado aprovechaba las ocasiones en que se quedaba solo al cuidado de sus hijas para pedirles que acudiesen a su dormitorio con la excusa de que le dieran un masaje abdominal, consumaba los abusos y les advertía para que no dijeran nada a su madre.

Además de los tocamientos, a una de las hijas llegó a penetrarla vaginalmente en al menos cuatro ocasiones y con la otra lo intentó pero desistió ante los lloros de la niña, según señala el fallo de la Audiencia.

Las dos menores sufren un trastorno de personalidad y otro por estrés postraumático a causa de los abusos sufridos.

Pese a que el acusado negó los hechos y dijo que era una confabulación contra él, el tribunal da total credibilidad al relato de las niñas y ninguno al de la tercera hija, la menor del matrimonio, cuyo testimonio fue «interesado y preordenado a beneficiar a su padre».

El informe pericial psicológico concluyó que en los relatos de ambas menores existen criterios de credibilidad suficientes para afirmar que sus declaraciones tenían «un alto nivel de ajuste con la realidad».