Un prestamista acusado de estafar a cuatro personas aseguró ayer, durante el juicio por esta causa celebrado en la Audiencia de Alicante, que él no era ninguna «hermanita de la caridad», sino el responsable de una entidad financiera «de alto riesgo» que se dedica a prestar dinero.

El procesado, que está cumpliendo condena por hechos similares, era administrador único de una mercantil y se enfrenta ahora a una petición del fiscal de dos años de cárcel, al igual que su hermano, copropietario de la mercantil y declarado en rebeldía en esta causa, y dos antiguos empleados.

El ministerio público sostiene que todos ellos se pusieron de acuerdo con «el propósito de beneficiarse injustamente» y engañaron para ello a dos mujeres inmigrantes que pasaban por «una necesidad apremiante de obtener dinero» debido a distintas deudas, principalmente con la extinta CAM por el pago de las cuotas de la hipoteca de su vivienda.

Supuestamente se aprovecharon de su «desconocimiento» para entregarles poco más de 14.000 euros a cambio de que ellas firmaran dos reconocimientos de deuda que ascendían en total a 54.000 euros y que tenían como garantía de pago la propia casa de las víctimas.

Posteriormente, recibieron una inversión de 18.000 euros de otro matrimonio al que prometieron un 8 por ciento de intereses anuales y garantizaron su pago con el piso de Alicante sobre el que ya habían constituido una segunda hipoteca. El procesado negó ayer que engañara a estas cuatro personas y se mostró incluso indignado por el hecho de que pueda acabar en prisión nuevamente solo «por dar un préstamo». Sin embargo, incurrió en varias contradicciones y respuestas evasivas en el interrogatorio al que lo sometió el fiscal, hecho que motivó que el presidente del tribunal le llamara varias veces la atención.

«Nosotros no somos hermanitas de la caridad, somos prestamistas, una entidad de crédito de alto riesgo. Ahora me veo aquí y me piden dos años de cárcel por prestar un dinero», señaló. Por otro lado, exculpó a los otros dos acusados juzgados ayer, el antiguo asesor financiero de la empresa y un comercial, porque seguían sus «instrucciones» y negaron haber cometido una estafa.

Por su parte, las inmigrantes supuestamente estafadas también incurrieron en contradicciones, pero mantuvieron que se sentían engañadas y que les habían «destrozado la vida».