Doce puñaladas cuando regresaba a su hotel en Benidorm tras una noche de fiesta. La Audiencia de Alicante sentó ayer a dos hombres y una mujer como presuntos autores de esta agresión en Benidorm en agosto de 2012. Los tres se negaron a declarar, pero a preguntas de sus abogados negaron ayer las acusaciones. La Fiscalía reclama para ellos una pena de ocho años de cárcel por intento de homicidio. La mujer era la pareja del presunto autor de las cuchilladas. Otro procesado admitió haber tenido una pelea pero dijo que él iba solo y no conocía a los otros dos.

La víctima, un turista de Zaragoza que se encontraba de vacaciones en la ciudad, aseguró que no conocía de nada a sus agresores, ni habló con ellos. «Oí unos gritos a mi espalda. Cuando me dí la vuelta uno de ellos venía hacia mi con un cuchillo y me lo puso en el cuello», relató al tribunal. Según su versión, empezó a recibir puñaladas y se cayó al suelo. Una vez allí, las cuchilladas y las patadas continuaron y «tuve que salir corriendo porque si no me mataban», dijo. Apenas avanzó unos metros para pedir ayuda y cayó desplomado al suelo. «Sentía que se me salían las tripas», relató. La víctima declaró oculta con un biombo, pero aún así señaló a dos de los acusados como sus agresores. Mientras uno le acuchillaba, el otro le daba patadas. Junto a ellos había una mujer pero, según dijo, no llegó a intervenir y no pudo identificar si era la acusada. La víctima dijo que desde entonces vive con miedo cada vez que sale a la calle y se cruza con grupos de gente. El perjudicado está personado con acusación particular a través de la abogada Pilar Arnas; mientras que los acusados están representados por los letrados Francisco Galiana Botella, Alejandro Dapena y Mariola Fluviá.

En el juicio dos personas pidieron declarar como testigos protegidos. Una mujer señaló que vio la discusión desde el balcón de su casa, ya que se asomó al oir los gritos. Según su versión, era la víctima, sin camiseta quien estaba gritando a los acusados y éstos no hacían nada. «Se metieron en un callejón y no vi lo que ocurrió. Sólo les vi salir luego», dijo la mujer, que vio como la chica arrojaba una botella, mientras el otro tiraba algo metálico a un contenedor, que resultó ser la navaja de la agresión. «Lo hizo con frialdad. Actuaba como si hubiera sido una servilleta», dijo.