La Audiencia de Alicante ha condenado a penas que suman once años de prisión al exentrenador de futbol de Novelda acusado de abusar de menores de edad en su domicilio, según la sentencia a la que ayer tuvo acceso este diario. El fallo declara probado que el procesado veía en su casa películas pornográficas acompañado de los cuatro menores con los que se masturbaba, algunos de ellos con discapacidades intelectuales. Por ello le condena por cuatro delitos de abusos continuados de menores y otro de exhibicionismo y provocación sexual. La sala le impone también una orden de alejamiento de cinco años de las víctimas, así como otros cinco años de libertad vigilada que deberá cumplir una vez que salga de prisión. El pederasta deberá indemnizar también con 3.000 euros a cada menor por los daños morales causados.

El fallo le exonera de haber incitado a los menores a la prostitución al entender que el dinero que les daba fue una de las artimañas que usaba éste para ganarse la confianza de los niños. La sentencia absuelve también a un segundo acusado al entender que no tuvo relación en los hechos. Éste implicado visitaba periódicamente la casa del exentrenador porque le recogía lotería pero no intervino en los juegos sexuales.

Los hechos ocurrieron entre los años 2009 y 2013 en el domicilio del acusado, Miguel Ángel M. N., que durante años fue entrenador y estuvo relacionado con el mundo del fútbol infantil. La sentencia declara probado que el procesado invitaba a menores de edad a su casa con la excusa de ver partidos e indicándoles que era ojeador de diferentes clubes. Los padres tenían total confianza en el acusado e incluso le dejaba que los recogiera del colegio.

La sentencia declara probado que una vez que se ganó la confianza de los menores, aprovechando los momentos en que se quedaba a solas con ellos, les ponía películas pornográficas, incitándoles a que se masturbaran en su presencia, habiendo enseñado a alguno a hacerlo, por su corta edad. Los menores contaban con entre 11 y 17 años de edad. Los jueces señalan que en diferentes ocasiones y para tener contentos a los niños les entregaba pequeñas cantidades de dinero para comprar chucherías o por realizar supuestos recados y favores, pero descartan que ese dinero se entregara como contraprestación por la realización de actos sexuales. La sala ve acreditado que en todo momento el procesado les decía que todo lo que hacían allí era secreto y no tenían que contarlo en casa.

Uno de los menores padecía síndrome de Asperger y otro tenía un trastorno por inteligencia límite, otro niño de 12 años y dos hermanos más. El fallo no le condena por los abusos a uno de éstos menores, después de que él mismo declarara que el acusado no le masturbó a él directamente, como sí hizo con el resto, por lo que sólo le impone un año de cárcel por la exhibición de películas porno.

El acusado negó en el juicio los supuestos abusos y achacó todo a la confabulación de la madre de uno de los menores, aunque admitió que en una ocasión los niños vieron en su casa una película pornográfica que tenía guardada. Los jueces destacan en la sentencia que el acusado ha ido variando su versión de los hechos, recalcando que siempre ha tenido «especial cuidado» en dejar fuera a los de más corta edad, que le pudieran hacer entrar en hecho delictivos más graves.

Los jueces destacan que los guardias civiles que interrogaron a los menores dieron total credibilidad a la declaración de los menores, así como el hallazgo de restos de semen en el sofá del domicilio del procesado. Los magistrados señalan que la declaración de los niños es «sustancialmente idéntica» a lo que dijeron ante la Guardia Civil y ante el juez instructor, que fueron unánimes en el visionado de películas pornográficas y la incitación a la masturbación.

La Sección Décima resalta la «profesionalidad» de los profesores del instituto donde estudiaban los menores que por el correcto seguimiento de sus alumnos detectaron los hechos y «destaparon el entramado».