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La familia de la exedil asesinada en El Campello dice que no quería casarse

La Guardia Civil cree que la víctima pudo recibir los golpes que acabaron con su vida cuando estaba acostada en el sofá

La familia de la exedil asesinada en El Campello dice que no quería casarse

Alicia Zambrana, la exedil de Lorca asesinada en El Campello el 14 de febrero de 2014, tenía un nuevo amigo desde pocas semanas antes de su muerte. Un amigo al que nadie conocía, más joven que ella y que pretendía que se casaran. La Audiencia de Alicante celebró ayer la segunda jornada por este asesinato y en la que declaró el entorno de la víctima y los agentes que investigaron el crimen. Como acusado se sienta en el banquillo Khuram Riaz, un paquistaní de 31 años que pretendía regularizar su situación en España casándose con su víctima.

La hermana de la mujer asesinada aseguró que ella le contó que tenía un amigo y que éste quería casarse. «Ella le dijo que eso era imposible porque tenía hijos más mayores que él», relató ayer ésta al tribunal, que añadió que por eso la había encontrado «preocupada» y «agobiada». La víctima tenía 59 años cuando falleció y acababa de separarse pocos meses antes tras 36 años de matrimonio. La intención de la víctima ese día era ir a casa para decir que no a su pretendiente, algo que preocupó a su hermana que llegó a ofrecerle que se quedara en casa esa noche. Alicia regresó al domicilio en el que estaba viviendo en El Campello y desde allí llamó a su hermana por la noche para decirle que todo estaba ya arreglado y que no se preocupara. A la mañana siguiente, la llamó por teléfono y, al ver que no conseguía dar con ella, empezó a preocuparse. Al llegar a la casa de su hermana se encontró con el cadáver.

Desde el entorno de Alicia Zambrana se declaró que era una mujer muy solidaria y que por aquella época estaba ayudando a otro joven argelino y también tuvo en acogida a un niño de Chernobil. Otra amiga de la fallecida aseguró que estuvo chateando con ella la misma noche del crimen, que ocurrió el día de los Enamorados, y en la conversación ella soltó la expresiva frase de «me cago en San Valentín».

Dos de los guardias civiles que intervinieron en la investigación aseguraron ayer que su principal hipótesis era que la víctima se encontraba tumbada en el sofá cuando recibió el golpe que acabó con su vida con un taburete en la cabeza. El cuerpo se encontraba boca arriba con una bata y las zapatillas puestas y la estufa orientada hacia ella. En el momento en que la encontró su hermana había llegado a pensar que estaba durmiendo la siesta. En la casa no había desorden ni signo alguno de lucha. Tampoco encontraron lesiones defensivas en el cuerpo de la víctima. El acusado sostiene que golpeó a su víctima con un taburete para defenderse porque ella le estaba atacando con un cuchillo, una versión que entra en directa contradicción con la versión de los agentes. Por eso, a preguntas de la defensa, los guardias civiles dijeron que era una hipótesis por los datos recogidos en la escena, aunque no había datos que permitieran concluir si la víctima estaba tumbada o de pie. En la fuga del acusado, que fue detenido pocos días después cerca de Milán, los agentes intervinieron su teléfono. En una de las conversaciones alguien le dijo, «trabaja bien y no hagas lo que has hecho aquí». El juicio continuará hoy con los informes de los forenses y las pruebas periciales.

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