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El acusado de matar a una exedil de Lorca quería casarse con ella por los papeles

El procesado alega que no quería acabar con la vida de su víctima cuando la golpeó con un taburete y que sólo se estaba defendiendo tras mantener una discusión en el piso de ella en El Campello

El acusado de matar a una exedil de Lorca quería casarse con ella por los papeles

El acusado de haber matado a una ex edil de Lorca en la vivienda de ésta en El Campello y con la que mantenía una relación sentimental admitió ayer en el juicio haber cometido el crimen, pero matizando que fue una discusión que se fue de las manos y que no tuvo intención de matarla. Un jurado popular juzga desde ayer a Khuran Riaz, un pakistaní de 30 años, por la muerte a golpes de Alicia Zambrana, de 59, durante la noche de 13 al 14 de febrero de 2014. La víctima fue concejal por el PSOE en Lorca entre 1995 y 1997.

El acusado sostiene que los dos habían bebido esa noche y que cuando empezó la discusión ella le amenazó con un cuchillo, por lo que cogió un taburete para tratar de quitárselo. El golpe alcanzó a la víctima en la cabeza que cayó desvanecida al suelo, aún con vida. Su presunto asesino dijo que la colocó tumbada en el sofá con un trapo en la cabeza para secarle la sangre y huyó asustado sin saber que el impacto fue mortal.

La primera sesión del juicio de ayer consistió en la constitución del jurado, un pequeño informe de las partes al tribunal popular para explicar qué piden y finalmente el interrogatorio del acusado. La vista continuará hoy con la declaración de los testigos, entre ellos los familiares de mujer asesinada. En el proceso están personados como acusación la familia de la víctima, así como la Generalitat Valenciana que ejerce la acción popular. El fiscal pide 18 años de cárcel y las acusaciones 21.

Las acusaciones sostienen que el motivo de la discusión fue la negativa de la víctima a casarse con su agresor, a quien había conocido pocos meses antes de separarse de su marido. La mujer no había presentado a su nuevo novio ni a su familia, ni a sus amigos y prefería mantener la relación con él tal y como estaba. Tras su separación, tras 36 años de matrimonio, la víctima se había ido a vivir a El Campello para estar más cerca de su familia.

El procesado sólo admitió ayer que pretendía casarse con ella para poder regularizar su situación en España, pero mantuvo que los dos estaban de acuerdo en celebrar la boda. Según declaró en el juicio, los dos se habían conocido en Totana (Murcia) tres o cuatro meses antes del crimen, localidad en la que ambos residían, y ambos estaban de acuerdo en que se iban a casar. El fatídico fin de semana en que se produjo el crimen el acusado se encontraba en Valencia, mientras que ella estaba en el apartamento que tenía en El Campello. El procesado aseguró que ella le había llamado para que pasaran juntos ese fin de semana.

Discusión por un chat

De acuerdo con la versión del acusado, esa noche vio que ella estaba chateando con alguien con el ordenador y cuando preguntó quién era ella se puso a la defensiva respondiéndole que eso a él no le importaba. Según dijo, al preguntarle sólo lo hizo por curiosidad y no tenía intención de controlarla, ni movido por los celos. La discusión fue subiendo de tono y ella acabó levantándose a la cocina donde cogió un cuchillo con el que empezó a amenazarle, relató al tribunal, a lo que añadió que cogió un taburete con el que la golpeó en la cabeza. «Sólo quería que soltara el cuchillo, no quería hacerle daño», dijo ayer.

Las acusaciones sostienen que no fue uno, sino varios los golpes que la víctima presentaba en la cabeza y que recibió sin que tuviera posibilidad de defenderse, un extremo que se determinará cuando los forenses expliquen el miércoles el informe de la autopsia.

Las acusaciones sostienen también que el presunto asesino huyó de la vivienda con el ordenador portátil y el teléfono móvil de la fallecida. El hombre negó haberse llevado el ordenador de la mujer asesinada y aseguró que al huir se quedó en la vivienda. Sobre el teléfono móvil, aseguró que era suyo aunque esos se lo había prestado a ella para que pudiera llamar metiendo su tarjeta. Al marcharse de la casa, no supo que la tarjeta de la víctima seguía dentro del terminal. En cuanto se dio cuenta, se deshizo del teléfono.

El presunto asesino fue capturado pocos días después en Milán a donde había huido tras el crimen. Según admitió, había llegado a Italia con documentación falsificada y por la que había pagado 400 euros, aunque negó que para obtener el dinero hubiera vendido los efectos desaparecidos de la mujer asesinada, como es el caso del ordenador portátil por el que se inició la discusión.

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