Un hombre ha sido condenado a una pena de ocho años de prisión y otros tanto de alejamiento por abusar sexualmente de una hija menor de edad en su domicilio de Calp durante 2009.

La sentencia, hecha pública hoy y dictada por la sección segunda de la Audiencia de Alicante, recoge que el acusado, de nacionalidad boliviana y que carecía de residencia legal en España, se valió de la "relación paternofilial" y de la "especial vulnerabilidad" de la niña, que tan solo tenía 11 años, para realizar estos hechos.

Según el tribunal, aprovechó que la madre de la víctima se encontraba en Barcelona desde hacía un año y de que la abuela paterna trabajaba por las noches para realizarle tocamientos, masturbarse delante de ella, obligarle a realizarle una felación e intentar en algunas ocasiones sodomizarla.

"El procesado le dijo que no lo debía contar porque era un juego entre ellos y la menor sufrió como consecuencia de estos hechos ansiedad, dificultad para canalizar y gestionar problemas familiares y cierta inhibición social", añade el fallo.

La Audiencia de Alicante otorga total credibilidad al testimonio incriminatorio de la menor porque, a su juicio, ésta se expresó "coherentemente y de acuerdo a su edad, con una expresión gestual concordante con el relato de los hechos".

Su relato es, pues, "verosímil" y no aprecia en el mismo "motivos espurios". Además, la niña tampoco ha mostrado "odio o resentimiento" hacia su padre, con el que, de hecho, se ha visto en ocasiones posteriores.

El acusado llegó a quedar en una cafetería de la localidad barcelonesa de Mataró con la víctima y sus otros dos hijos para pedirle perdón, según testificaron los propios hermanos y la madre de la niña.

El hombre alegó, en esa ocasión, que había cometido errores en el pasado que ya no podía remediar, mientras que en el juicio negó los abusos sexuales, pero admitió que en aquella época bebía mucho y no recordaba si podía haber llegado a cometer lo que su hija le reprochaba.

Los magistrados consideran al procesado autor de un delito continuado de abusos sexuales, por lo que le condenan a ocho años de cárcel, otro tanto de alejamiento y al pago de una indemnización de 12.000 euros por los daños morales, al tiempo que le prohíben comunicarse con su hija.