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«Seguíamos oyendo las máquinas aunque hubieran dejado de taladrar»

Piden cárcel a dos empresarios por los ruidos de unas obras que sufrieron vecinos de La Nucía

«Seguíamos oyendo las máquinas aunque hubieran dejado de taladrar»

«Seguíamos escuchando a las máquinas aún cuando éstas habían dejado de taladrar». Con estas gráficas palabras expresaron los vecinos de una urbanización de La Nucía el infierno que padecieron durante cerca de nueve meses por los ruidos de las obras ruidos de las obras para perforar una superficie rocosa sobre la que se pretendía edificar un apartotel. La Fiscalía pide tres años de cárcel por contaminación acústica, así como el pago de multas por las lesiones sufridas por once vecinos, para el promotor y para el responsable de la empresa que ejecutó los trabajos con un martillo hidráulico percutor. Los dos acusados aseguraron ayer en el juicio celebrado en un juzgado de lo Penal de Alicante que el proyecto contaba con todos los permisos y que adoptaron medidas para tratar de atenuar los ruidos cuando el Ayuntamiento les paralizó la obra.

Los hechos ocurrieron entre los meses de junio del año 2003 y marzo de 2004 frente a la urbanización Tossal de Benassal, aunque en ese tiempo se llegaron a paralizar los trabajos hasta en cuatro ocasiones, según reconocieron los propios acusados. Según las mediciones de la Guardia Civil, el nivel de ruido llegaba a superar los noventa decibelios en el exterior de las viviendas que padecieron los vecinos a diario de 8 de la mañana a 20 de la noche, con la pausa de la comida.«No teníamos ningún sitio para protegernos de estos ruidos», aseguraron ayer. Síndromes ansiosos depresivos por estrés acústico, nervios, irritabilidad, alteraciones del sueño son algunas de las lesiones que sufrieron los vecinos durante esos meses. Algunos se tuvieron que marchar de la urbanización y otros aseguraron que cada vez que vuelven a acercarse a unas obras «reviven la pesadilla».

Una mujer que acababa de dar a luz, otra que se había roto un pie y debía guardar reposo, un informático que trabajaba en casa y para el que el incidente llegó a ser «una verdadera tortura» y así hasta once vecinos relataron ayer al juez como padecieron esta situación durante esos meses. Al hijo de un matrimonio se le agravaron sus ataques de epilepsia, aunque éstos admitieron no haber incluido este hecho en su denuncia. Ayer relataron que no sólo estaba el ruido («había como un tacatá dentro de la cabeza que no desaparecía»), sino vibraciones que hacían moverse todo y camiones que pasaban continuamente levantando polvo y a elevada velocidad. Algunos vecinos aseguraron que en ocasiones había hasta tres máquinas trabajando y otros decían que eran dos.

Los acusados aseguraron que en ningún momento los vecinos se pusieron en contacto con ellos para quejarse por el ruido de las obras «hasta que vino el Ayuntamiento a pararlas» y que hasta entonces «en ningún momento se les advirtió que estaban excediendo los límites de sonido» . El promotor defendió que el Ayuntamiento de La Nucía tuvo perfecto conocimiento de todos los trabajos que se iban a hacer y las obras contaban con todos los permisos. En los trabajos de desbroce de la parcela, los operarios se encontraron con un enorme macizo de roca con el que tuvieron que usar los martillos percutores para poder explanarla. El fiscal asegura que para esos trabajos necesitaban un permiso especial del Ayuntamiento del que los responsables de las obras carecían. El promotor aseguró que nadie se lo exigió, ni sabía que lo necesitara.

Entre las medidas correctoras para atenuar los ruidos estaba el levantamiento de un muro de tierra de tres metros de alto y la instalación de una protección en los martillos para atenuar el nivel de ruido. Asimismo manifestaron que se redujeron los horarios de trabajo empezando más tarde y acabando antes. En marzo de 2004, finalmente los trabajos se paralizaron y jamás se reanudaron tras abandonarse el proyecto.

Las defensas pidieron ayer la libre absolución de los acusados al considerar que los trabajos contaban con todos los permisos y que no estaban demostradas las lesiones denunciadas por los vecinos, puesto que el informe del forense se basó sólo en los síntomas que éstos contaron al médico sin ninguna certeza objetiva de que éstas se produjeron.

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