Asunta Basterra, la menor de 12 años hallada muerta en una pista forestal de Teo (A Coruña) en septiembre de 2013, tomó el día de su fallecimiento al menos veintisiete pastillas del ansiolítico Lorazepam, según aseguraron ayer dos expertas forenses en el juicio.

Además, según el jefe del servicio de Patología Forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga), José Blanco Pampín, murió por «sofocación», por lo que se trata de un fallecimiento violento y no «accidental ni suicida».

Un diagnóstico que concuerda con las señales de «ataduras» y «arrastre» que presentaba el cuerpo de la víctima, según se puso de manifiesto en la primera jornada dedicada a las pruebas periciales de este juicio, en el que los padres adoptivos de la menor, Rosario Porto y Alfonso Basterra, se enfrentan cada uno a 20 años de prisión por esta muerte.

Ana María Bermejo y María Jesús Tabernero, adscritas al Instituto de Ciencias Forenses de la Universidad de Santiago (USC), que se ocuparon del análisis toxicológico de la sangre, orina y contenido gástrico, recalcaron que la pequeña sufrió una intoxicación de Lorazepam, principio activo de la medicación que tomaba su madre, Orfidal, y que durante el verano compró en al menos dos ocasiones Alfonso Basterra.

Según estas especialistas, la víctima pudo haber consumido dicha sustancia «antes o después de la comida» que el 21 de septiembre de 2013, cuando murió, compartió con sus padres, y que fue preparada por Alfonso Basterra. No obstante, en los alimentos que todavía se conservaban de esa comida en el piso del padre no se hallaron tóxicos tras su examen.

El consumo de los mismos sería compatible con que la niña pudiese caminar perfectamente a las 17:20 horas, como muestra la grabación de una cámara, puesto que los efectos tardan aproximadamente dos horas en manifestarse en el organismo. También se ocuparon del análisis del cabello, que evidenció que en anteriores meses también hubo «consumo», tanto de Lorazepam como de Diazepam.

El jefe del servicio de Patología Forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia, José Blanco Pampín, señaló que la autopsia sitúa la hora de esta muerte violenta entre las cuatro y las ocho de la tarde del 21 de septiembre de 2013. Destacó Pampín que en el fallecimiento de esta niña hubo una sofocación, de modo que los orificios naturales, en nariz y boca, quedaron «sin permeabilidad», con probabilidad con un «objeto blando», lo que provocó vómitos o náuseas en la pequeña.

Contradicciones en la autopsia

Sin embargo, los peritos propuestos por la defensa de Rosario Porto apuntaron que la autopsia oficial realizada por el Imelga, presenta «contradicciones flagrantes» puesto que, a pesar de lo que evidencia, dadas las circunstancias en las que se encontró el cadáver, no se puede determinar ni la causa ni la hora de la muerte. Este informe, firmado por dos catedráticos de Medicina Legal y Forense de las universidades de Cádiz y de Murcia propuestos por la defensa de Porto, rebate la autopsia oficial e incluso la propia hora de la muerte, ya que según lo explicado ayer por ambos, «sería una temeridad aventurar una hora» exacta, sin tener en cuenta factores como, por ejemplo, la temperatura del cadáver.

Otra compareciente, Concepción de la Calle, del Instituto de Medicina Legal de Galicia y que intervino en el levantamiento del cadáver, relató que el cuerpo estaba «frío» y con «signos de arrastre», como mostraban pequeñas lesiones en la zona del dorso lumbar izquierdo y otra en la región lumbar central. También presentaba ligaduras en manos y pies, así como una lesión en la cara externa de uno de sus muslos, lo que hace pensar que pudo ser arrastrada, afirmó De la Calle.