Un pequeño alijo de drogas oculto en el radiocasete manipulado. La Audiencia de Alicante juzgó ayer a los acusados de pertenecer a una red dedicada al tráfico de drogas en el interior de la cárcel de Villena. Cada uno de ellos tenía su propia función, según el escrito de acusación: dos eran los jefes, otro el encargado de traer la droga a la cárcel y otro para custodiarla dentro del escondite.
De los cuatro implicados, sólo tres pudieron sentarse en el banquillo. El último de los implicados no ha podido ser juzgado ya que fue expulsado a su país de origen por las autoridades españoles, pese a que todavía no había podido ser juzgado por este delito. Todos los acusados culparon ayer a este último de ser el responsable del alijo y aseguraron que eran inocentes.
Una pelea entre dos de los implicados el 11 de abril de 2009 fue lo que puso en alerta a los funcionarios de la prisión. Dos de los internos se habían enfrentado a puñetazos en la prisión, uno de ellos la persona que ha sido expulsada del país, y todo apuntaba a que el móvil del enfrentamiento había sido un tema de drogas. Por este motivo, los funcionarios de la cárcel abrieron una investigación y sometieron a un cacheo a los implicados. En el interior del radiocasete encontraron 38 envoltorios en un compartimento oculto. Dentro se encontraron dos envoltorios con 1,24 gramos de heroína y otros 36 envoltorios con 25,725 euros.
Según la acusación del fiscal, los dos acusados que protagonizaron la pelea eran los responsables de la distribución de la droga para su venta a terceras personas dentro del recinto carcelario. La cocaína y la heroína eran adquiridos en el exterior por un tercer recluso durante sus salidas del centro penitenciario, que entregaba a los otros a su regreso. La droga estaba en el aparato musical bajo la custodia de un cuarto acusado. Según la Fiscalía, uno de los presuntos cabecillas lo había comprado a otro interno a cambio de medio gramo de heroína. El preso que tenía el radiocasete aseguró que ignoraba que hubiera droga escondía dentro y que él sólo usaba el aparato para escuchar música.
De los cuatro acusados, sólo uno permanecía en prisión, aunque por otros hechos distintos a éste. Los otros dos estaban en libertad y el último está fuera del territorio nacional, sin posibilidad de extradición.
El fiscal pide para el presunto cabecilla una pena de nueve años de cárcel al considerar que se trata de sustancias que causan un grave daño a la salud y con la agravante de que iban a ser usados para su distribución en un centro penitenciario. También se le reclama una multa de 240 euros por una falta de lesiones tras la pelea con el otro recluso. Para el resto de los implicados se pide siete años y seis meses de cárcel. Asimismo a todos ellos se reclama el pago de una multa de 6.939 euros, el triple del valor de la droga intervenida.
