¿Salió de casa o no Alfonso Basterra el 21 de septiembre de 2013, día clave para analizar el fallecimiento de la niña, cuyo cuerpo fue encontrado en una pista de Teo en la madrugada del 22? ¿Las muestras de tierra tomadas en el lugar en el que apareció el cuerpo están en algún otro sitio: el coche, la casa...? ¿Qué resultados traerán los análisis en laboratorio del vestido que llevaba puesto Rosario Porto el día de los hechos?

En el ecuador del juicio que se celebra en Santiago, por el que ya han pasado unos 70 testigos, existen prácticamente las mismas sombras que antes de iniciarse la vista y más contradicciones, si cabe. El jurado popular no lo tiene nada fácil para ir configurando una postura sobre la culpabilidad de la muerte de Asunta Basterra, ya que de momento no se han presentado más pruebas científicas de las que había y que permitan poner luz sobre un caso que parece un tablero de un enrevesado juego cruel, con muchos caminos que se cruzan, confluyen, y otros que no llegan a ninguna parte, que son como callejones sin salida.

Por los juzgados de la Calle Viena (Fontiñas), en Compostela, pasaron ya a testificar la madrina y la cuidadora de Asunta, amigos íntimos de la familia, doctoras, farmacéuticas, profesores y profesoras de la pequeña, la compañera de celda de Rosario en la cárcel de Teixeiro en los últimos meses y numerosos agentes de la Guardia Civil que participaron en la toma de muestras y en los registros de los pisos de Santiago (de ambos) y de la casa de Rosario en Montouto, próxima al lugar en el que apareció el cuerpo de la niña y que desde el minuto uno se situó en el punto de mira para esclarecer el crimen de la pequeña de origen chino.

Error en el laboratorio

Muchos de los testigos declararon desde Madrid a través de videoconferencia, entre ellos Ramiro Cerón Jaramillo, el colombiano cuyo perfil genético coincide con el de los restos biológicos hallados en la camiseta que llevaba la niña cuando fue encontrada sin vida. Este joven, que estuvo imputado pero fue exculpado tras un error en laboratorio al cruzar su semen (por un delito por el que se investigaba a esta persona) con la prenda enviada a analizar desde Galicia, volvió a declarar lo dicho previamente: que ese día no estuvo en Galicia, «ni en todo el 2013», y que siguió el caso por la tele, sin conocer «a Asunta ni a su familia». De su interrogatorio y del de sus parientes la defensa no pudo demostrar lo contrario. La abogada de Basterra, al término de esta semana y públicamente en la sala, renunció a la declaración de uno de los testigos que generaba expectación y que estaba prevista para el martes, la del empresario de Vedra que mantuvo una relación con Rosario antes de este suceso y que pasó la tarde de la víspera de los hechos con ella. Antes ya había renunciado el abogado de Porto, al considerar que no puede aportar nada a la investigación de la muerte de Asunta.

¿Por qué tanta confusión? Tras los testimonios de los testigos quedan dudas, ya que al cotejar lo declarado entre unos y otros no aumenta el nivel de luz sobre los puntos clave de la investigación. Lo que desveló la autopsia de la niña se sabía antes de iniciarse el desfile de testigos, por ejemplo. Dicho examen confirmó que la niña había estado consumiendo Orfidal al menos durante unos tres meses antes de fallecer. Y el contenido de Lorazepam en el aparato digestivo de la pequeña indica que lo consumió el mismo día del fallecimiento, en las horas previas. El misterio de quién le administró el fuerte ansiolítico a Asunta, que produce somnolencia y sedación, sigue tan vivo como el primer día, siendo la principal incógnita del puzle.

Nuevas pruebas analíticas

Una de las previsiones del abogado de Rosario Basterra, José Luis Gutiérrez Aranguren, es que en los próximos días saldrán unas pruebas analíticas que podrían indicar el consumo de Orfidal mucho antes de los tres meses referenciados hasta ahora. En el juicio, todos los interrogatorios a testigos se centran en la etapa estival, los meses previos al fallecimiento en septiembre, que es también la época en la que tienen lugar los episodios de mareos en las clases de música de la niña y faltas de asistencia a clase, que los padres vincularon a la rinitis alérgica de la pequeña. En estos casos le administraron «un espray nasal y antihistamínicos». Una de las dudas de cara a las próximas jornadas se centra también en la hora de la muerte de la niña, situada en la autopsia entre las 16.00 y las 20.00 de la tarde del 21 de septiembre. La defensa de Porto indica que puede haberse producido «más tarde».

Otra de las dudas que queda de esta primera parte de un juicio con mucho interés para la ciudadanía dado que el crimen de la pequeña conmocionó a todo el país en septiembre de 2013 (incluso hay prensa anglosajona en la cobertura del mismo) es si el Orfidal se le administró en la comida con sus padres en el piso de Alfonso Basterra el día en el que se desataron los hechos. Los tres comieron juntos y, según declararon los dos acusados por la muerte de la pequeña, después jugaron a las cartas. Tras la comida, la niña se fue primero, como captó al menos una cámara del centro de Santiago. Más tarde marcharía del piso de Basterra la madre. Uno de los argumentos de la defensa es que si tomó Orfidal cuatro horas antes de su muerte puede ser que no fuese durante la comida, sino después, una vez fuera del piso.