Una psiquiatra del centro sanitario La Robleda que atendió a Rosario Porto en 2009, reveló que ese año la madre de Asunta -la niña que apareció muerta en septiembre de 2013- «tenía deseos de morir», por lo que lógicamente suponía un «riesgo para ella» misma, «pero para terceras personas, no».

En la novena jornada del juicio por la muerte violenta de Asunta, la psiquiatra recordó que su paciente -acusada del asesinato de su hija de 12 años- acudió al sanatorio acompañada por su esposo en aquel momento y también acusado, Alfonso Basterra, ya que presentaba un notorio cuadro de «ansiedad, angustia y tristeza».

Esta especialista, que en la sesión de ayer comparecía entre los testigos propuestos por la defensa de Porto, remarcó que, en aquel momento, la acusada suponía un riesgo para ella misma e incluso recordó que, según muestra su historia clínica, «cuando era joven» sufrió un episodio de intento de «autoeliminación».

Aún así, y en contra del criterio de los médicos, la madre de Asunta pidió el alta voluntaria tras ese ingreso en 2009. Esta psiquiatra se ha acogido a su «código deontológico» para no declarar sobre la relación entre la acusada y su hija, pero sí que confirmó que Rosario presentaba «ambivalencia» y que esto supone sentir «a veces amor y a veces odio» por las personas del entorno de una. En la sesión de ayer, la novena de este juicio, el entorno de Rosario Porto destacó el amor y la dedicación que profesaba a su hija.

Un amigo con el que coincidía en el Ateneo subrayó que «casi» la tenían que obligar a que se quedase hasta el final de los encuentros que con cierta periodicidad se celebran en esta asociación, porque siempre que estaba lejos de Asunta, se mostraba «preocupada».

Este hombre tiene con Porto una relación de amistad desde hace «unos seis, siete años», tiempo en el que siempre mostró una «absoluta dedicación» a la niña. También la encargada de remodelar la casa de los padres de Rosario Porto, fallecidos, y a la que ésta preveía mudarse, contó que la intención de Porto era construir un hogar «para ella y la cría».

De este modo, destacó que en el encargo realizado por Rosario Porto, además de una habitación para Asunta, estaba previsto que se realizase otro cuarto en el que la niña pudiese desarrollar tranquila sus capacidades musicales, tales como «tocar el piano». Esta mujer, que mantuvo con la acusada una estrecha relación en los meses previos al fallecimiento de Asunta, la definió como una persona «metódica» y centrada únicamente «en su trabajo y en la niña».

Asimismo, la que durante nueve meses fue la presa de apoyo de Rosario Porto en la cárcel de Teixeiro, en la que permanece desde hace más de dos años, relató los meses de «abatimiento» y de «absoluta tristeza» que ésta pasó en el penal por la muerte de su pequeña.

Declaró, igualmente, el que era tutor educativo de Asunta en el momento de su muerte, y que días antes de que falleciese recibió una carta de Rosario Porto, en la que justificaba la ausencia de su hija a clase, ya que presentaba vómitos propiciados por una medicación. Este profesor explicó que en aquel momento no le preocupó, pero tras las noticias por el crimen, decidió entregarla a la policía.