Responsables de la escuela de música Play, donde Asunta, la niña que el 22 de septiembre de 2013 fue hallada muerta en una pista forestal de Teo (A Coruña), recibía clases de diferentes instrumentos, declararon ayer en el juicio que ella les contó, dos meses antes del crimen, que tomó «polvos blancos» que le dio su madre. Varias profesoras de la pequeña indicaron que durante ese verano la vieron «somnolienta» y «descoordinada», algo que no era habitual en una niña «excelente» y despierta.

La directora de este centro, concretamente, relató un episodio sucedido el 22 de julio de 2013, en el cual Asunta se encontraba mal, algo que, según dijo, era inusual en ella. Ante este malestar de la pequeña, las docentes de la escuela la llamaron, puesto que conocía a Asunta desde muy cría, y esta mujer reaccionó gastándole una broma «para romper el hielo», puesto que en un primer contacto con la víctima tuvo la impresión de que la alumna «no estaba tan mal».

Sin embargo, al percatarse de que ésta no seguía su chiste, le insistió, ya sí, en qué le pasaba y fue cuando la niña le respondió que no sabía, pero que había tomado «unos polvos blancos» que le recetó «una médica amiga de su madre», contó la directora de Play.

Tratamiento

No obstante, en el momento le restó importancia a esta versión, puesto que Alfonso Basterra había prevenido a otro profesor de esta escuela de que Asunta «tenía un tratamiento muy fuerte» por sus problemas respiratorios. Además de la directora, la profesora de Play que impartió clase ese día a Asunta contó ayer cómo la niña se tambaleaba y avisaba: «Como alguien no me coja, me voy a caer».

El día antes de estos hechos, Asunta no había acudido a ese curso musical, según lo que explicaron los padres al centro, porque se encontraba mal, por lo que la maestra le preguntó, en su reincorporación, si se encontraba mejor de la alergia comunicada a la escuela, a lo que la niña le respondió: «No, no. Yo no tengo alergia. Yo no sé lo que me están dando pero nadie me quiere decir la verdad». Según lo que le contó la menor, esos «polvos que saben fatal» se los había administrado su «mamá».

A la salida de la clase Alfonso fue a recoger a la niña, por lo que los profesores le relataron este episodio al que el padre le restó importancia. «Nosotros no le damos nada, como mucho un spray», sostuvo.

Los docentes de otro centro musical al que también iba Asunta prestaron ayer declaración y se refirieron a otro episodio muy similar, sucedido el 9 de julio de 2013, en el que la menor acudió en un «estado no del todo normal».

Rosario Porto no pudo parar de llorar en toda la jornada de ayer, al igual que las profesoras y cuidadora de la menor, que tampoco lograron contener las lágrimas al recordar a la niña.

Por otro lado la cuidadora de Asunta reveló en su declaración que el miércoles correspondiente a la semana en la que murió la niña, cuando ésta no fue a clase, lo que hizo, según le contaron, fue pasar la mañana con su padre porque «estaba mala» y no sola en casa como sostienen sus progenitores. Esa jornada en la que la cría faltó a clase ya cobró una especial relevancia el primer día del juicio, puesto que un día antes, según revelan las alarmas, alguien estuvo en la casa de Montouto-Teo, en la que supuestamente falleció la víctima, entre las 19.35 horas y las 22.40. Al día siguiente la cuidadora preguntó a la niña si se había encontrado mal y le respondió «no, estoy bien, solo tengo mal sabor de boca».