La hipótesis de la Guardia Civil es que los mensajes enviados los días 20 y 21 de septiembre de 2013 a través de la aplicación móvil «Whatsapp» por los teléfonos de Rosario Porto y Alfonso Basterra fueron borrados, pero no fue posible recuperarlos, informó Europa Press. Así lo reveló el agente que se encargó, durante «meses», del estudio del material volcado de los teléfonos y ordenadores de los acusados, los padres de Asunta, la niña que fue localizada sin vida en circunstancias violentas en una pista forestal de Teo (A Coruña).

En el juicio que trata de esclarecer el crimen, este guardia civil también dio a conocer que fueron eliminados los listados de las llamadas salientes y entrantes del móvil de Porto hasta las 23,00 horas de la jornada de la muerte de la menor. Por el contrario, el «software» que adquirió la Benemérita a tales efectos sí permitió recuperar mensajes borrados del teléfono de la menor.

De acuerdo con este funcionario, el estudio del teléfono de Rosario Porto dio a conocer una búsqueda realizada en Google el día de la muerte de Asunta, ese 21 de septiembre, a las 21,27 horas. En concreto, la pesquisa en el buscador era relativa a Antonio Muñoz Molina, extremo que la acusada aseguró no recordar o no haber hecho cuando fue interrogada por el fiscal del caso, Jorge Fernández de Aránguiz.

A continuación, el fiscal ha interrogado al testigo sobre otros «whatsapps», correspondientes algunos a grupos en los que estaba la niña con compañeras de clase. Justo después, Aránguiz hizo referencia a los «selfies» que Porto y Basterra se hicieron en el tanatorio de la niña, y que no están incluidos en el sumario de la causa. «La finalidad es que los jurados se formen su propia opinión respecto de esta manera de actuar», explicó el representante del Ministerio Público. La abogada de Basterra, Belén Hospido, pidió que no se mostrasen las imágenes.

En su exposición, el guardia civil que examinó los dispositivos móviles relató cómo en un primer registro del piso del acusado no se buscaba el portátil de Basterra, pero a él, personalmente, le extrañó no ver ninguno en el piso de este. Cuando más tarde sí se dio con él, llamó la atención sobre el hecho de que apareció en un lugar de la vivienda que no había mirado pero justo al lado de una «bolsa de viaje» con ropa que el padre de Asunta había llevado a la prisión.

Del estudio del ordenador de Basterra, informó de que no se pude saber si se había «cambiado el disco duro». En cuanto al contenido, habló de «un montón de contenido eliminado», de «todo tipo» de carácter, y los ha cifrado en más de 540.000 archivos.

Cámaras de vigilancia

Por otro lado, los agentes del caso descartaron, a partir del visionado y análisis de las imágenes que captaron las cámaras de seguridad ubicadas en distintos establecimientos, que Rosario Porto hiciese el trayecto en el que asegura que trasladó de vuelta a su hija Asunta desde la casa de Montouto, en Teo a Santiago. El agente mostró diferentes capturas de imágenes grabadas por cámaras situadas en locales del ensanche compostelano y también de los alrededores de la casa de Teo, en la que los investigadores fijan el crimen de la menor. Previamente, un guardia ha explicado la reconstrucción que en su día realizó Porto, acompañada de los agentes, de los recorridos que asegura que hizo aquel día, 21 de septiembre de 2013, cuando afirma que la niña le acompañó a Montouto por la tarde pero una vez llegadas ambas al lugar le pidió volver al piso de Doutor Teixeiro para hacer los deberes.

Del estudio de la Guardia Civil, el fiscal de la causa constató que solo quedó constancia del primer y el último trayecto, de ida de la capital gallega al municipio vecino de Teo y de regreso, ya pasadas las 21,00 horas. «Ella a la vuelta dice que regresa por Galuresa. Tiene que pasar por Galuresa sí o sí, y en ese tiempo no pasa».

El teniente de la Guardia Civil que estuvo en el registro de la vivienda de Teo y en la inspección del lugar donde se halló el cadáver destacó ayer la reacción entonces de Rosario Porto, «reacia» a acudir a la casa en la que, según la investigación, murió la niña. La mujer dijo que a esa finca no iba «nadie» y que allí no podrían descubrir nada, puesto que a ese hogar no podría haber acudido nadie ya que únicamente existe una «copia» de las llaves y que las tenía ella. Cuando Alfonso Basterra se ofreció a ir, ella también accedió.